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sábado, 15 de febrero de 2014

SER TREKKER

Cada vez que enciendo el televisor y veo algún capitulo viejo o nuevo de Star Trek, o alguna de sus muchas películas, me pregunto... 

¿Qué me ha llevado a transformarme en un Trekker?...

¿Acaso sera la posibilidad de poder viajar en gigantescas naves espaciales a velocidades inimaginables? 

¿El tener la oportunidad de conocer diferentes razas de origen extraterrestre? 

¿El soñar con las nuevas y posibles tecnologías? 

¿El intentar develar los misterios del universo? 

¿El querer vivir la emoción de la más pura aventura?...

Quizá sea todo esto... pero también, aunque algunos les parezca una soberana estupidez, es mucho más. 

Desde nuestra más tierna infancia, esa caja boba a la que llamamos televisión, que a través de los años ha ido mutando del horrible blanco y negro a las imágenes de altísima calidad que llegan incluso a competir con la vida misma, se ha encargado de ofrecernos increíbles sorpresas que jamás podríamos llegar a soñar. 

Las series y películas de ciencia ficción fueron las que más atrajeron mi atención desde que era muy pequeño. Gracias a ellas mi imaginación se vio irremediablemente atrapada en un universo totalmente ajeno a la realidad cotidiana que me rodeaba.  

Alimentado por toda esa invasión catódica, cuadernos de colegio, papeles en blanco o la mismísima pared de mi cuarto se encontraban llenos de burdos dibujitos de naves espaciales, “mostros” y superhéroes. Mis limitaciones artísticas no eran óbice suficiente para que me sintiera desanimado, pues para el inocente e imaginativo niño que era todo eso era factible de convertirse en una incuestionable realidad.
Habiéndoles contado todo eso... ¿Cómo suponen que no me iba a sentir atraído por una serie en la que nos era mostrado un futuro en el que la humanidad había derrotado a su más poderoso enemigo: la violencia y había conquistado el espacio, llegando a donde ningún hombre había llegado hasta entonces? 

La serie en cuestión se llamaba Star Trek (En la Argentina sería conocida con el nombre de Viaje a las Estrellas), su creador era Gene Rodemberry... y, a partir de su emisión, la historia de la ciencia ficción ya no volvería a ser nunca la misma.

No voy a contar aquí la archireconocida historia de Gene Rodemberry y su inolvidable hijo televisivo... ni de sus dos programas piloto... ni del éxito generado, luego que se fuera cancelada la serie... ni de todas sus películas... ni sus dibujos animados… ni sus novelas o sus comics... ni tan siquiera de sus cinco ciclos televisivos, pues existen numerosos blogs y páginas especializadas que se encargan  de describirnos con gran sabiduría cada uno de esos eventos mediáticos.  
En realidad les voy a hablar de los Trekkers, o si lo prefieren Trekkie, esos locos soñadores que durante varias décadas creyeron fielmente lo que Star Trek representaba. Es gracias a ellos que este mito de la era moderna ha ido creciendo y prosperando en un grandioso y coherente universo, el cual ha persistido mucho más allá de de los dos años y pico que duró la transmisión de la serie original. 

Ser Trekker no es solo conocer la vida, obra y milagros de Kirk, Picard, Spock y compañia... o saber todos los tipos de naves que viajan por los espacios de la Federación... o cual planeta es clase M. 

Tampoco es saberse al dedillo todos y cada uno de los cientos de capítulos emitidos en la tele o enojarse si, por algún azar del nefasto destino, se contradice la sagrada continuidad del universo Trek. 

Nada de eso, queridos amigos.

Ser Trekker es una filosofía de vida. Es tener la esperanza que, más allá de las mezquindades de este oscuro siglo (y también del anterior)... mas allá de la violencia y de la guerra... los sórdidos intereses de los poderosos… los malos gobiernos y la corrupción... la contaminación ambiental, las armas nucleares y la extinción de las especies, puede existir un futuro que vale la pena ser vivido. Un futuro con igualdad social, donde el ser humano no es medido en términos de poder o por el dinero que pueda llegar a poseer, sino por lo que puede hacer por los demás.
Ser Trekker es un no al racismo y a los prejuicios tan comunes en nuestra actualidad.

Ser Trekker es un no a la violencia desenfrenada y sin sentido.

Ser Trekker es pensar en los demás y no en si mismo.

Ser Trekker es no creerse ni el mejor ni el único.

Ser Trekker es mirar más allá de nuestra propia mortalidad.

Ser Trekker es soñar que podemos ser aun mejores. 

Tan solo así podremos superar nuestros propios escollos y nuestros miedos para así poder avanzar hacia ese futuro venturoso. 

La tarea es difícil... eso lo sé muy bien, pues muchas veces me parece casi imposible. 

Pero,.cada vez que enciendo el televisor y tengo la oportunidad de disfrutar algún capitulo viejo o nuevo de Star Trek, esos sueños que parecían casi imposibles vuelven a renacer... y con ellos se despierta mi esperanza y también la de todos aquellos que comparten esos mismos sentimientos. Quizá así todos nosotros podamos llegar a ver cumplidos nuestros más preciados deseos.

... y poder llegar a donde ningún hombre ha llegado.

SI QUERES SABER MÁS SOBRE ESTE FANTÁSTICO UNIVERSO TE RECOMIENDO VISITAR EL BLOG COSA DE BICHOS DE MI GRAN AMIGO EL UBICUO TED KORD. ¡LARGA VIDA Y PROSPERIDAD!

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