En enero del 2014, consciente de mis limitaciones económicas, el cepo del dolar y otras "felices ocurrencias" del gobierno de turno, mis posibilidades de poder viajar al exterior era poco menos que imposible.
... y siempre decía, como si fuera parte de un oscuro karma: "¡Moriré sin conocer Disneylandia!"
Víctima de de toda esa situación, escribí para el extinto blog Image(i)arte: el arte de la imaginación un artículo dedicado a una de las pasiones de mi niñez y esa suerte de frustración que había nacido desde mi más tierna infancia y que poco a poco parecía irse alejando de mi existencia.
Pero la vida te termina dando sorpresas... ¡La mierda que me dio una sorpresa!
Gracias a la invitación de un gran amigo que conozco hace unos miles de años (... ¡y no exagero!) ese sueño que creía casi imposible pudo verse cumplido, cuando hace dos años dirigimos nuestros pasos hacia Orlando y, como se imaginarán, Disney World y por ende Magic Kingdom en donde pudimos disfrutar de sus juegos y las miles de cosas que ese mágico lugar podía dar de si.
Y no tengan la menor duda que lloré cuando, en año nuevo, los fuegos artificiales enseñorearon el cielo y el castillo que tanto había deseado ver en persona y que me devolvieron mi añorada niñez.
Si queridos amigos... "¡VIVI PARA CONOCER A DISNEY!"
Aun así, pongo ante ustedes el artículo original que escribí hace casi 6 años, en un intento de poner ante ustedes dos momentos contrapuestos de mi existencia sobre este planeta con el fin de hacerles comprender que los sueños y esperanzas de nuestra infancia nunca mueren.
El primero de ellos, que se emitía a media tarde, era un dibujo animado conocido como Jonny Quest, un chico que vivía emocionantes aventuras junto a su padre y amigos.
El segundo, ya a la nochecita y poco antes de acostarme (en esos tiempos la hora límite eran entre las 9 y 10 de la noche), era el campeonato de lucha a cargo de Martin Karadagián y su colorida troupe que se llamaba Titanes en el Ring.
El tercero, quizá el más añorado de todos ellos, era un programa en donde un señor de bigotito y sonrisa bonachona se encargaba de mostrarnos el maravilloso mundo de la animación, la naturaleza, la aventura y el de un lugar por el construido.
Ese lugar se llamaba Disneylandia y ese señor era un tal Walt Disney.
Desde el primer momento en que supe sobre la existencia de ese sitio mágico y maravilloso, me impuse la determinación de que algún día yo lo visitaría y disfrutaría de todo lo que Disneylandia pudiera llegar a ofrecerme…
Hoy, con 57 años recién cumplidos y viendo que esa meta dorada parece ir alejándose más y más de mis esperanzas, aún sigo soñando con esos tiempos de mi niñez en que me ponía frente a las pantallas de mi viejo televisor blanco y negro para ver, con ojos centelleantes y con la mente llena de sueños por un luminoso futuro, esa serie en donde un señor con bigotito y sonrisa bonachona me mostraba un lugar al que quizá jamás tendré la oportunidad de llegar a conocer.
En 1923 se marchó a Hollywood con su hermano Roy y en 1928 fundó Walt Disney Production. Junto a Iwerks creó a Oswald, The Lucky Rabbit (1927/1928) y posteriormente al famoso Ratón Mickey (1928). También se aventuró en el cine sonoro con Steamboat Willie (1928) y Skeleton Dance (1929), primer título de la serie de dibujos animados conocidos como Sinfonías Tontas.
En 1932 comenzó a utilizar el color para Flowers and Trees y en 1937 estrenó Old Mills, en donde exploró las posibilidades de los efectos tridimensionales por medio del proceso llamado Multiplano.
Con una producción media de 18 cortos por año, fue perfeccionando el repertorio de los personajes que aparecían en ellos, tal el caso de Mickey, Minnie, El Pato Donald, Pluto, Goofy y otros muchos. Para 1937 estrenó su primer largometraje animado, Blancanieves y los Siete Enanitos, al que le siguieron Pinocho (1940), Fantasía (1940), Dumbo (1941) y Bambi (1942).
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estudios Disney pasaron por su peor momento. Ello se debió a problemas gremiales con sus ayudantes, que hacían la mayor parte del trabajo sin siquiera recibir el merecido crédito por ello (el bueno de Walt tenía fama de negrero e informante del FBI… ¡Una maravilla el pibe!). Todo esto repercutió en la calidad de las producciones de la época, como es el caso de The Reluctant Dragon (1941), Los Tres Caballeros (1944) y Canción del Sur (1946).
Luego de finalizado el conflicto bélico, Disney volvió a tomar las riendas de su destino, abocándose a realizar diversas producciones para el cine y la televisión, ya fueran con actores reales o animaciones.
Víctima de un cáncer pulmonar, Walt Disney murió el 15 de diciembre de 1966… y no, a pesar de todos los mitos que se tejieron en torno a ello, nunca fue congelado.
Las imágenes presentes corresponden a una parte de las fotos (que fueron muchas por cierto) que saqué durante mi viaje a ese reino mágico que es Disney World (Magic Kingdom, Epcot Center y Hollywood Studios).
Espero que las disfruten como yo disfruté sacándolas.
Este ratón antropomórfico fue creado el 19 de julio de 1928 por Ub Iwerks (1901-1971), a petición de Walt Disney, cuando este último perdió los derechos de su personaje Oswald, el conejo afortunado en manos de los Estudios Universal.
Walt Disney le dio su voz hasta 1948 y, con el tiempo, esta simpática rata se ha transformado en la marca registrada de los Estudios Disney e icono de la cultura mundial.
A lo largo de su historia, el universo de Mickey fue acrecentándose con la llegada de nuevos personajes como Minnie (1928), Goofy o Tribilín (1932), Clarabella (1928), el Pato Donald (1934), Daysy (1937) y el perro Pluto (1930).
Una de las particularidades de los films animados de los Estudios Disney es la atemporalidad de sus historias, lo cual permite ser disfrutada tanto por las viejas como las nuevas generaciones de espectadores.
Cuando Walt Disney formuló la idea de realizar un largometraje de estas características, muchos lo tildaron de loco. A pesar de tener todas las opiniones en contra, el viejo cuento de los hermanos Grimm se vio transformado en una romántica y divertida historia llena de música y color, que aun en la actualidad sigue generando mucho dinero.
A pesar de lo que muchos creen, Blancanieves y los Siete Enanitos no fue el primer largometraje animado, ya que ese mérito corresponde a El Apóstol, un film mudo creado por el argentino Quirino Cristiani.
Con un presupuesto estimado en U$S 2.500.000, está considerada como la mejor película estrenada por los Estudios Disney. Ello se debió a la riqueza pictórica presente en cada una de las escenas y a la magnífica banda musical, que incluso se dio el lujo de ganar un Oscar.
Las innovaciones presentes en este film, en donde la música clásica se ve acompañada por imágenes animadas tanto de carácter realista como abstracto, recién fueron apreciadas varios años después de su estreno en los cines, ya que en su momento fue considerada una producción excesivamente pretenciosa.
Bajo la batuta de Leopold Stokowski y la escenificación a cargo de Denn Taylor, obras clásicas como El Cascanueces, La Consagración de la Primavera, El Aprendiz de Brujo y La Danza de las Horas cobraron cuerpo y alma en este film de excelente factura.
Un auténtico clásico de la animación, basado en el libro de cuentos homónimo escrito por Helen Aberson e ilustrado por Harold Pearl, que se transformó en un auténtico milagro financiero para los Estudios Disney.
Con tan solo un costo de U$S 813.000, la película recaudó 1.6 millones de verdes billetes (todo un logro para esos tiempos en los cuales imperaba la economía de guerra).
La triste historia de este desgraciado cervatillo, que tuvo la oscura virtud de hacer llorar desconsoladamente a millones de niños… y probablemente a unos cuantos padres, ganó 3 Oscars (mejor sonido, mejor canción y composición musical original)
Este film dio inicio a una nueva era para los Estudios Disney de la post guerra, en un intento por recrear el espíritu perdido en sus anteriores producciones.
Fue ganadora de numerosos premios como el Oscar, el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín y el premio especial del Festival Internacional de Cine de Venecia.
A pesar de las severas críticas recibidas, la misma ha sido considerada como la adaptación más potable de la famosa novela de Lewis Carroll, a pesar de habérsele quitado todo el concepto sarcástico e inquietante que este autor le había impuesto a su obra.
Estas mismas características volvieron a repetirse en Peter Pan.
Basada en la obra teatral Peter Pan y Wendy de J. M. Barrie, la producción de Disney se encargó de popularizar a estos queribles personajes, entre los que se incluye la siempre vigente Tinkerbell (que en la Argentina fue conocida como Campanita) y el ridículamente temible Capitán Garfio.
Fue la primera película de animación estrenada en el sistema Cinemascope.
Este film animado, que marca el final de otra era de los Estudios Disney, costó nada menos que 6 millones de dólares y se transformó en un auténtico desastre financiero, ya que fue considerada una simple copia de Blancanieves y los Siete Enanitos.
Aun así es un gran film de terror gótico, con una villana que representa a la perfección el espíritu malvado que mueve sus terribles acciones. Sin dudas, una de mis películas animadas favoritas.
Cruella De Vil, la villana de turno, se transformó en un carismático personaje que se encargó de opacar incluso a los mismísimos perros que daban el título.
Este largometraje animado, basado en la mítica historia del Rey Arturo y el mago Merlín, se convirtió en la sexta película más taquillera en el año de su estreno, con una recaudación de más de 22 millones de dólares tan solo en los EE.UU.
También fue ganadora de un Oscar a la mejor banda sonora.
Fue la última producción en la que intervino personalmente Walt Disney, ya que murió durante su realización. Su aire desenfadado, las pegadizas canciones y sus divertidos personajes quedaron fuertemente grabados en el cariño de todos los chicos que tuvieron la oportunidad de verla.
... y siempre decía, como si fuera parte de un oscuro karma: "¡Moriré sin conocer Disneylandia!"
Víctima de de toda esa situación, escribí para el extinto blog Image(i)arte: el arte de la imaginación un artículo dedicado a una de las pasiones de mi niñez y esa suerte de frustración que había nacido desde mi más tierna infancia y que poco a poco parecía irse alejando de mi existencia.
Pero la vida te termina dando sorpresas... ¡La mierda que me dio una sorpresa!
Gracias a la invitación de un gran amigo que conozco hace unos miles de años (... ¡y no exagero!) ese sueño que creía casi imposible pudo verse cumplido, cuando hace dos años dirigimos nuestros pasos hacia Orlando y, como se imaginarán, Disney World y por ende Magic Kingdom en donde pudimos disfrutar de sus juegos y las miles de cosas que ese mágico lugar podía dar de si.
Y no tengan la menor duda que lloré cuando, en año nuevo, los fuegos artificiales enseñorearon el cielo y el castillo que tanto había deseado ver en persona y que me devolvieron mi añorada niñez.
Si queridos amigos... "¡VIVI PARA CONOCER A DISNEY!"
Aun así, pongo ante ustedes el artículo original que escribí hace casi 6 años, en un intento de poner ante ustedes dos momentos contrapuestos de mi existencia sobre este planeta con el fin de hacerles comprender que los sueños y esperanzas de nuestra infancia nunca mueren.
¡¡ALLA VAMOS!!
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Aún recuerdo muy claramente las tardes de domingo de mi niñez, cuando en la televisión daban mis programas favoritos. El primero de ellos, que se emitía a media tarde, era un dibujo animado conocido como Jonny Quest, un chico que vivía emocionantes aventuras junto a su padre y amigos.
El segundo, ya a la nochecita y poco antes de acostarme (en esos tiempos la hora límite eran entre las 9 y 10 de la noche), era el campeonato de lucha a cargo de Martin Karadagián y su colorida troupe que se llamaba Titanes en el Ring.
El tercero, quizá el más añorado de todos ellos, era un programa en donde un señor de bigotito y sonrisa bonachona se encargaba de mostrarnos el maravilloso mundo de la animación, la naturaleza, la aventura y el de un lugar por el construido.
Ese lugar se llamaba Disneylandia y ese señor era un tal Walt Disney.
Desde el primer momento en que supe sobre la existencia de ese sitio mágico y maravilloso, me impuse la determinación de que algún día yo lo visitaría y disfrutaría de todo lo que Disneylandia pudiera llegar a ofrecerme…
Hoy, con 57 años recién cumplidos y viendo que esa meta dorada parece ir alejándose más y más de mis esperanzas, aún sigo soñando con esos tiempos de mi niñez en que me ponía frente a las pantallas de mi viejo televisor blanco y negro para ver, con ojos centelleantes y con la mente llena de sueños por un luminoso futuro, esa serie en donde un señor con bigotito y sonrisa bonachona me mostraba un lugar al que quizá jamás tendré la oportunidad de llegar a conocer.
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Walter Elias Disney nació en la ciudad de Chicago el 5 de diciembre de 1901 y estudió en la Escuela de Arte de Kansas City. Durante la Primera Guerra Mundial prestó servicio en el cuerpo de ambulancias y, cuando esta hubo acabado, comenzó a trabajar en un estudio comercial de arte, en donde conoció a quien se transformaría en su colaborador más importante: Ub Iwerks.En 1923 se marchó a Hollywood con su hermano Roy y en 1928 fundó Walt Disney Production. Junto a Iwerks creó a Oswald, The Lucky Rabbit (1927/1928) y posteriormente al famoso Ratón Mickey (1928). También se aventuró en el cine sonoro con Steamboat Willie (1928) y Skeleton Dance (1929), primer título de la serie de dibujos animados conocidos como Sinfonías Tontas.
En 1932 comenzó a utilizar el color para Flowers and Trees y en 1937 estrenó Old Mills, en donde exploró las posibilidades de los efectos tridimensionales por medio del proceso llamado Multiplano.
Con una producción media de 18 cortos por año, fue perfeccionando el repertorio de los personajes que aparecían en ellos, tal el caso de Mickey, Minnie, El Pato Donald, Pluto, Goofy y otros muchos. Para 1937 estrenó su primer largometraje animado, Blancanieves y los Siete Enanitos, al que le siguieron Pinocho (1940), Fantasía (1940), Dumbo (1941) y Bambi (1942).
Durante la Segunda Guerra Mundial, los Estudios Disney pasaron por su peor momento. Ello se debió a problemas gremiales con sus ayudantes, que hacían la mayor parte del trabajo sin siquiera recibir el merecido crédito por ello (el bueno de Walt tenía fama de negrero e informante del FBI… ¡Una maravilla el pibe!). Todo esto repercutió en la calidad de las producciones de la época, como es el caso de The Reluctant Dragon (1941), Los Tres Caballeros (1944) y Canción del Sur (1946).
Luego de finalizado el conflicto bélico, Disney volvió a tomar las riendas de su destino, abocándose a realizar diversas producciones para el cine y la televisión, ya fueran con actores reales o animaciones.
Víctima de un cáncer pulmonar, Walt Disney murió el 15 de diciembre de 1966… y no, a pesar de todos los mitos que se tejieron en torno a ello, nunca fue congelado.
-GALERÍA DE IMÁGENES-
DISNEY WORLD: LA MAGIA HECHA REALIDAD
Las imágenes presentes corresponden a una parte de las fotos (que fueron muchas por cierto) que saqué durante mi viaje a ese reino mágico que es Disney World (Magic Kingdom, Epcot Center y Hollywood Studios).
Espero que las disfruten como yo disfruté sacándolas.
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Las imágenes presentes a continuación corresponden al libro The Illusion of Life: Disney Animation de Frank Thomas y Ollie Johnston y a la colección Historia Universal del Cine de Editorial Planeta.
MICKEY Y COMPAÑÍA
Este ratón antropomórfico fue creado el 19 de julio de 1928 por Ub Iwerks (1901-1971), a petición de Walt Disney, cuando este último perdió los derechos de su personaje Oswald, el conejo afortunado en manos de los Estudios Universal.
Walt Disney le dio su voz hasta 1948 y, con el tiempo, esta simpática rata se ha transformado en la marca registrada de los Estudios Disney e icono de la cultura mundial.
A lo largo de su historia, el universo de Mickey fue acrecentándose con la llegada de nuevos personajes como Minnie (1928), Goofy o Tribilín (1932), Clarabella (1928), el Pato Donald (1934), Daysy (1937) y el perro Pluto (1930).
BLANCANIEVES Y LOS SIETE ENANITOS (Snow White and the Seven Dwarf-1937-)
Una de las particularidades de los films animados de los Estudios Disney es la atemporalidad de sus historias, lo cual permite ser disfrutada tanto por las viejas como las nuevas generaciones de espectadores.
Cuando Walt Disney formuló la idea de realizar un largometraje de estas características, muchos lo tildaron de loco. A pesar de tener todas las opiniones en contra, el viejo cuento de los hermanos Grimm se vio transformado en una romántica y divertida historia llena de música y color, que aun en la actualidad sigue generando mucho dinero.
A pesar de lo que muchos creen, Blancanieves y los Siete Enanitos no fue el primer largometraje animado, ya que ese mérito corresponde a El Apóstol, un film mudo creado por el argentino Quirino Cristiani.
PINOCHO (Pinocchio-1940-)
Con un presupuesto estimado en U$S 2.500.000, está considerada como la mejor película estrenada por los Estudios Disney. Ello se debió a la riqueza pictórica presente en cada una de las escenas y a la magnífica banda musical, que incluso se dio el lujo de ganar un Oscar.
FANTASIA (1940)
Las innovaciones presentes en este film, en donde la música clásica se ve acompañada por imágenes animadas tanto de carácter realista como abstracto, recién fueron apreciadas varios años después de su estreno en los cines, ya que en su momento fue considerada una producción excesivamente pretenciosa.
Bajo la batuta de Leopold Stokowski y la escenificación a cargo de Denn Taylor, obras clásicas como El Cascanueces, La Consagración de la Primavera, El Aprendiz de Brujo y La Danza de las Horas cobraron cuerpo y alma en este film de excelente factura.
DUMBO (1941)
Un auténtico clásico de la animación, basado en el libro de cuentos homónimo escrito por Helen Aberson e ilustrado por Harold Pearl, que se transformó en un auténtico milagro financiero para los Estudios Disney.
Con tan solo un costo de U$S 813.000, la película recaudó 1.6 millones de verdes billetes (todo un logro para esos tiempos en los cuales imperaba la economía de guerra).
BAMBI (1942)
La triste historia de este desgraciado cervatillo, que tuvo la oscura virtud de hacer llorar desconsoladamente a millones de niños… y probablemente a unos cuantos padres, ganó 3 Oscars (mejor sonido, mejor canción y composición musical original)
CENICIENTA (Cinderella-1950-)
Este film dio inicio a una nueva era para los Estudios Disney de la post guerra, en un intento por recrear el espíritu perdido en sus anteriores producciones.
Fue ganadora de numerosos premios como el Oscar, el Oso de Oro del Festival Internacional de Cine de Berlín y el premio especial del Festival Internacional de Cine de Venecia.
ALICIA EN EL PAIS DE LA MARAVILLAS (Alice in Wonderland-1951-)
A pesar de las severas críticas recibidas, la misma ha sido considerada como la adaptación más potable de la famosa novela de Lewis Carroll, a pesar de habérsele quitado todo el concepto sarcástico e inquietante que este autor le había impuesto a su obra.
Estas mismas características volvieron a repetirse en Peter Pan.
PETER PAN (1953)
Basada en la obra teatral Peter Pan y Wendy de J. M. Barrie, la producción de Disney se encargó de popularizar a estos queribles personajes, entre los que se incluye la siempre vigente Tinkerbell (que en la Argentina fue conocida como Campanita) y el ridículamente temible Capitán Garfio.
LA DAMA Y EL VAGABUNDO (Lady and the Trap-1955-)
Fue la primera película de animación estrenada en el sistema Cinemascope.
LA BELLA DURMIENTE (Sleeping Beauty-1959-)
Este film animado, que marca el final de otra era de los Estudios Disney, costó nada menos que 6 millones de dólares y se transformó en un auténtico desastre financiero, ya que fue considerada una simple copia de Blancanieves y los Siete Enanitos.
LA NOCHE DE LAS NARICES FRIAS/101 DALMATAS (One Hundred and the One Dalmatians-1961-)
Para la realización de la animación, en donde aparecían varios perros en escena, se utilizó la técnica conocida como Xerografía (método de impresión en el que se usa una carga electrostática para realizar una reproducción o copiado) lo cual facilitaba el trabajo.Cruella De Vil, la villana de turno, se transformó en un carismático personaje que se encargó de opacar incluso a los mismísimos perros que daban el título.
LA ESPADA EN LA PIEDRA (The Sword in the Stone-1963-)
Este largometraje animado, basado en la mítica historia del Rey Arturo y el mago Merlín, se convirtió en la sexta película más taquillera en el año de su estreno, con una recaudación de más de 22 millones de dólares tan solo en los EE.UU.
También fue ganadora de un Oscar a la mejor banda sonora.
EL LIBRO DE LA SELVA (The Jungle Book-1967-)
Fue la última producción en la que intervino personalmente Walt Disney, ya que murió durante su realización. Su aire desenfadado, las pegadizas canciones y sus divertidos personajes quedaron fuertemente grabados en el cariño de todos los chicos que tuvieron la oportunidad de verla.
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