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jueves, 28 de enero de 2016

LA INIQUIDAD DE LAS SOMBRAS (25) por Daniel Barragán

CAPITULO XVIII
LA CRUZ DAGA

Cuando mis ojos se abrieron ya era de noche y, de manera casi inmediata, me di cuenta que algo andaba mal en todo lo que me rodeaba Algo que me sacó inmediatamente de la modorra que me invadía.

En el cielo que podía verse a través de las ventanas, un caos de colores iridiscentes relampagueaba como una aurora boreal que parecía tener vida propia. Si bien este fenómeno ambiental ya se consideraba como algo corriente, no pude dejar de sentirme inquieto ante esa extraña manifestación que, según los especialistas, tenía un origen natural.

En mi interior sabía que esos cielos no eran para nada normales.

-“El cielo se llenará de colores que no son nuestros, pues no serán nuestros sino de cosas que llegarán desde los cielos- Murmuré, recordando un oscuro pasaje que había encontrado en uno de los libros de Ulric un par de meses atrás- Así, la iniquidad de las sombras corromperá el espíritu inmortal, sumiéndolo en la desesperación del gran advenimiento... pues Ellos, Los que acechan, moran acá y allá, y en todos lados, aun en nuestros propios pensamientos...”


(Los que acechan)


Con presteza volví a dirigir mi atención hacia la ventana y no pude evitar ahogar un grito de horror. La Luna, poco antes una bella visión nocturna, se había teñido de sangre.

Quizá debido al fenómeno atmosférico (quería creer que fuera así) extraños remolinos rojos, que semejaban infectos coágulos, recorrían la superficie, desfigurando su habitual geografía. Permanecí varios minutos apoyado en el alfeizar, preguntándome si todavía no estaría dormido e inmerso en una de mis habituales pesadillas.

-Acabo de recibir la noticia sobre la pérdida total de las comunicaciones con las colonias lunares- Dijo Ulric, que se había asomado a mi habitación. Ante mi gesto inquisitivo, agregó- Toshio, uno de los Hackers más confiables que conozco, captó una última transmisión proveniente de la Luna, poco antes que empezara la tormenta iridiscente... lo acabo de recibir y no es nada agradable lo poco que llega a escuchar. Gritos y sonidos succionantes…

-Creo que es mejor que volvamos a trabajar... -Respondí, alejándome de la ventana. No sentía ningún deseo por escuchar esa grabación- No voy a negarte que el descanso fue reparador, pero me parece que no es precisamente tiempo lo que nos sobra.

Ulric no había permanecido ocioso durante mis horas de reposo. Prueba de ello eran las siete pantallas plásmicas desplegadas y los numerosos libros que se hallaban abiertos sobre el escritorio. Nos sentamos uno frente al otro en sendas butacas y mi amigo me miró largamente, sopesando cada palabra que diría a continuación. Su mirada era más elocuente que cualquier frase que pudiera llegar a decir. En mi fuero íntimo sabía que las noticias que me iba a dar no eran para nada buenas.

A un simple gesto del profesor, una de las pantallas se posicionó entre nosotros. La misma no mostraba más que una serie de códigos que me resultaron incomprensibles.

-Esta información está clasificada para que nadie, excepto nosotros dos, pueda leerla- Dijo Ulric, mientras apretaba diferentes sectores de la pantalla- Está adaptada a nuestros códigos genéticos... pulsá el rectángulo que está en el espacio superior derecho.

Cuando hube realizado la acción indicada, las otras pantallas que habían permanecido inactivas se abrieron y amalgamaron entre sí, para formar una única imagen. Sentí que un frío indecible recorría cada fibra de mi cuerpo.

Frente a mí podía ver, con todo detalle, algo que jamás había creído volver a ver.

-¡Es la cruz que tenía el sacerdote en su mano!- Dije, sin poder creer lo que estaba viendo- ¡Es esa maldita cruz daga!

-La Cruz Daga del Diablo... –Me dijo Ulric, mientras abría otros documentos- Uno de los instrumentos esotéricos más buscados de todo el mundo.

Al oír ese nombre, el temor atenazó todos mis sentidos. A mi alrededor, la realidad tremoló como si se tratara de un sueño. El rostro de Ulric pareció transfigurarse en algo más. Algo terrible, de aspecto corrupto y ojos hinchados.

En ese momento sentí que el mundo que tanto creía conocer se caía a pedazos, revelando una realidad aterradora. Unas voces quedas, como murmullos, llegaron a mí.


(Ia Ia Thoy kansara Meight kansara Thoy Mhalyoght)


-“Tengo que irme de acá lo antes posible, antes que mi maldición contamine a esta buena gente- Pensé- Ellos no merecen mi suerte.”

Hice un titánico esfuerzo por no huir de allí en ese mismo momento, abandonando el único refugio que me quedaba en este mundo. Si bien se trataba de una impostergable decisión, sabía que primero debía averiguar algunas cosas antes de mi partida.

-Esta cruz es portadora de una larga y terrible historia- Dijo Ulric, cuyo entusiasmo evitó que se diera cuenta de mí alterado estado de ánimo- Tan vieja es que incluso ha sido olvidada por casi todos. Ni siquiera se sabe quién fue su creador.

“Las primeras referencias sobre este instrumento datan de hace unos 700 años, cuando una congregación religiosa conocida como La Compañía de Jesús la encontró escondida en la cripta de una iglesia en Valladolid. Los motivos por los cuales se hallaba allí no fueron muy claros, pero parece ser que la mismísima Inquisición la había guardado en ese sitial un par de siglos atrás. Según pude intuir, a medida que fui obteniendo más información, esa Cruz Daga cargaba con una antigua maldición, ya que aparentemente había sido usada por su olvidado creador en una serie de espantosos sacrificios humanos...

-¿Y porque no fue destruida, si era considerada una herramienta del mal?

-Ojalá pudiera darte una respuesta más concreta al respecto... tal vez eran tan inocentes, o estúpidos, como para creer que sus buenas acciones la podrían transformar en un arma del bien o quizá estuviera protegida por alguna fuerza que desconocemos ¿No te acordás que me contaste que parecía brillar como si estuviera vida propia?

Tan solo pude asentir con la cabeza, tan pasmado estaba ante los recuerdos que se agolpaban en mi mente.

-Disculpame por traerte a colación ese recuerdo. Ahora estás a salvo con nosotros... creo que es mejor que termine de contarte todo lo que pude averiguar. - Dijo el profesor, apretándome el brazo con afecto- Como te venía diciendo, Los Jesuitas guardaron esa perversa cruz en un cofre consagrado, con el fin de mantenerla apartada del devenir de la humanidad. Pero no habían tomado en cuenta las ambiciones de poder inherentes en el hombre. Una facción sediciosa de la iglesia y algunos corruptos nobles habían unido sus fuerzas para formar La Cofradía de la Cruz Daga, una orden herética cuya principal meta era apoderarse de ese objeto maldito. Para estos impíos, la Cruz del Diablo era más que sagrada.

Ulric señaló los afilados bordes de la cruz, en donde podían ser leídos una serie de intrincados jeroglíficos.

-Mhalyoght... Sh-Utor... Ethreum… Ibtha… Lititz… Thargost… Impheros.

-¿Que significan esas palabras?- Pregunté, estremecido por esos vocablos que habían salido de la boca de mi amigo cual si fueran una oscura blasfemia.

-Los venerados nombres de los Siete Grandes Durmientes... los caminantes de las dimensiones de afuera... los señores del tiempo... los que acechan- Ulric parecía hablar como un poseído, quizá excitado por todo el conocimiento obtenido en tan pocas horas de trabajo- Los que acechan.


(Los que acechan)


-¿Cómo llegó la cruz a ese pueblo que visitamos con la Juan Salvo? ¿Pudiste averiguar algo más?

-Hubo una guerra por la posesión de la Cruz Daga entre la Compañía de Jesús y la Cofradía, que duró casi 100 años, en la cual la primera se llevó la peor parte. Viendo que el enemigo se hallaba cerca de obtener lo que tanto deseaba, un grupo de religiosos trasladó la cruz a América, en un intento para que no pusieran sus manos sobre ella. Por supuesto a ninguno de los religiosos se le ocurrió destruirla... y esa fue su perdición. Según se supone, la Cruz Daga cayó en manos de la Cofradía en 1767, cuando el rey Carlos III de España ordenó, a instancias de uno de sus allegados que había abrazado la demoníaca fe, que le fueran expropiadas todas las pertenencias a los Jesuitas, entre ellas esa cosa que viste esa noche. No te voy a relatar en esta terrible noche, pues no creo que sea conveniente, los hechos nefastos que estuvieron relacionadas con la misma. Alimentada con la sangre de muchas víctimas inocentes, la Cruz del Diablo creció en poder y con ello aumentó la prosperidad de la Orden. Todo fue así hasta una noche de 1934 en que ocurrió una terrible catástrofe que acabaría con todo eso. A raíz de ciertas luchas de poder, la Cofradía de la Cruz Daga se dividió en dos facciones, las cuales trataban de imponerse una sobre otra. Ello degeneró en una feroz y sangrienta contienda, que diezmó a una buena cantidad de sus principales integrantes.

-La Cruz te da poder... pero, de alguna forma, te quita la poca humanidad que poseés- Dije- Las ansias de poder y de inmortalidad te pueden transformar en un terrible monstruo sediento de destrucción.

-De los sobrevivientes de este terrible hecho, nació la Iglesia Crepuscular del Gran Advenimiento- Agregó Ulric- La misma se retiró a un rincón olvidado del mundo, en esos momentos inmersos en otras locuras más reales que unos imaginarios seres monstruosos, llevándose consigo ese terrible instrumento. Pero, a pesar de estar olvidados, ellos no dejaron de lado las prácticas de su magia arcana. Sus extraños dioses fueron uno con los sacerdotes y acólitos. Los cuerpos de estos últimos fueron deformándose en una mutación difícil de ser explicada, hasta que se transformaron en algo que ya no era para nada humano.

-Los monstruos que batían los tambores... –Dije con un hilo de voz.

-Ellos son solo una parte de ese horror engendrado. Las bestias que viste en el altar eran Los Ghurines. Cuerpos de niños, apenas nacidos, que fueron poseidos por demonios- Me respondió- Infelices y espantosos esclavos de un poder mucho mayor... un poder que jamás podremos llegar a comprender.

El silencio se hizo nuevamente entre nosotros, como si se tratara de una pesada carga. Afuera, el fuego de los cielos había dejado paso a una oscura noche cargada de titilantes estrellas, fríos ojos distantes que parecían mirar con indiferencia nuestros pesares. La Luna, por suerte, había desaparecido tras la línea del horizonte.

-Los integrantes del culto se escondieron para siempre de los acontecimientos humanos y se transformaron en leyenda... un cuento para asustar a los chicos- Ulric encendió su pipa y se recostó en su sillón- En esos tiempos las comunicaciones era bastante primitivas, lo cual facilitaba el poder permanecer apartado. La zona sur de América, que por esos tiempos era conocido como Argentina, era un lugar más que ideal para que ellos pudieran prosperar sin que nadie los molestara. Allí podrían permanecer a la espera de tiempos más propicios para que sus dioses pudieran volver a ser.

-¡La Argentina!- Exclamé- Yo nací en la periferia de Megabaires, que formaba parte de ese país, antes de la unificación suramericana. Según recuerdo, poco antes de salir de allí me llamó la atención la gran fuerza que tenían las sectas sobre la población.

-Tuviste suerte que Megabaires no fuera el lugar donde se asentó la secta, ya que si hubiera sido así, dudo que hubieras podido escapar tan fácilmente- Ulric rebuscó entre una serie de pantallas. El holograma de un globo terráqueo se desplegó- Este mapa lo elaboré en base a las noticias que pude obtener de Overnet, con respecto a las sectas que han prosperado en estos últimos años. Voy a hacer un progreso inverso, desde la última información obtenida hasta la primera. Lo que vas a ver te va a aclarar la forma en que descubrí el probable paradero de la Cruz Daga.

Miles de puntos rojos, muchos de ellos en apretada formación, aparecieron por toda la superficie del globo. A medida que Ulric hacia retroceder la imagen en el tiempo, la cantidad de puntos fueron mermando y me permitieron una mejor visión de todo el panorama.

-Las mayores concentraciones se ubican en las grandes capitales- Murmuré. Dirigí mi vista a un punto en especial- Ciudad Helios parece ser la más afectada por el problema (”¡Querida Annah!... ¿Qué será de ti?”)

-Las ciudades más importantes, especialmente las grandes capitales, siempre han sido el caldo de cultivo para que una idea o un concepto pueda expandirse con facilidad. Pero ese no es el asunto que quiero que veas... lo que me interesa es que prestes atención a lo que pasa con Suramérica.

Aparté mi atención del sitio de mis preocupaciones y examiné detalladamente lo señalado por mi amigo. Me sorprendí cuando pude ver que la profusión de puntos en ese lugar era mucho mayor a los que aparecían en el resto del mundo.

-El foco del mal- Sentí que el temor volvía a aposentarse en mi corazón, al darme cuenta que la verdad estaba siendo expuesta en toda su crudeza.

-Exacto... –Respondió Ulric, mientras presionaba uno de los botones del omnicontrol. El mapa suramericano se apartó del resto, permitiéndome tener una mejor visión- Si observás bien te vas a dar cuenta que, a diferencia del resto de los países, la concentración de hechos relacionados con sectas no se halla ubicado sobre Megabaires, sino más al sur... cerca de la cordillera de los Andes.

-Conozco bastante bien ese lugar... se trata de una zona salvaje y desértica conocida con el nombre de Patagonia. Hay muy pocas poblaciones, las cuales aún hoy permanecen apartadas de la civilización. Estuve allá hace más de diez años, desarrollando mi tesis sobre mapeo genético del ganado ovino. Esa soledad me abrumó.

-El sitio ideal para prosperar sin que nadie te moleste.

-Es una zona demasiado vasta para realizar una búsqueda en tan poco tiempo y con tan escasos recursos. No sabemos dónde pueden esconderse.

-Creo que sé dónde podés iniciar tus investigaciones...

Ulric permaneció unos instantes en silencio, como si temiera decir más de lo debido, mi ansioso gesto terminó por decidirlo.

-A principios del siglo 20, un tal Phillipus de Tormesolle y un grupo de seguidores, fundaron el pueblo de San Blas. Se desconocía la procedencia de los mismos, aunque se supuso que provenían de Europa. Era gente de extraña e inquietante presencia, que no pasaron desapercibidos a las miradas de los pobladores de la zona, siempre dispuestos a escuchar habladurías y creer en oscuras supersticiones. En muy poco tiempo San Blas obtuvo un rápido progreso, gracias a la cría de ganado y a las extensas plantaciones de vides, que se asentaban en las laderas cordilleranas. Este éxito vertiginoso, que difería notablemente del resto de los poblados que había en las cercanías que se debatían entre la pobreza y la privación, trajo consigo la desconfianza y el temor entre los campesinos. Eso poco le importó al floreciente pueblo, que se había transformado en el punto de referencia económico de la provincia...

La imagen de un viejo diario provincial, con fecha de 1953, se desplegó. En el mismo pude leer:-

PROMETEDOR PROYECTO PARA EL PUEBLO DE SAN BLAS

-Con un costo aproximado a quinientos mil pesos, para el año entrante el gobierno provincial pretende extender un tramo de la ruta provincial 24 hasta la floreciente población de San Blas, auténtico punto de referencia económico de la región...


-Todo parecía perfectamente normal... pero era evidente que algo muy malo se cernía sobre San Blas, pues de la noche a la mañana no se supo más sobre él- Habló Ulric desde las sombras- Ni la menor mención o registro de su existencia. Algunos diarios zonales, días antes de esta extraña desaparición, hablaron sobre inquietantes sucesos en los que habían estado involucrados la desaparición de los hijos de los lugareños. Los aterrorizados habitantes de los pueblos vecinos echaron las culpas de sus desgracias a un supuesto culto arcano practicante de magia negra, el cual se escondía en el mencionado San Blas. Pero luego nada... la historia de este misterioso pueblo dejó de ser a partir de una noche de 1954, como si jamás hubiera existido sobre la faz de la tierra. Los hechos que te acabo de contar no hubieran llamado mi atención si no fuera por la noticia que encontraste. Ello me llevó a una nota anterior, en la cual se hablaba de un procedimiento policial contra una secta, llevado a cabo en una zona cordillerana cercana a un pueblo conocido como San Blas.

-¡Entonces, ese pueblo todavía existe!

-Eso es lo que supuse al leer el artículo. Espoleado por esa noticia, continué investigando el posible paradero sobre San Blas. Ello me llevó a descubrir una muy antigua leyenda sobre el lugar en el que podría estar asentado, que ya era conocido mucho antes de que el hombre blanco apareciera por allí. Según los primitivos habitantes, ese sitio era conocido con el nombre de R´ngalnko dumiñ, que en el idioma mapuche significa Pozo Oscuro, una tierra maldita que en eras anteriores a la existencia de la humanidad había sido habitada por unos demonios llamados Los Grandes Durmientes.

-Todo coincide... –Dije, luego de meditar largamente lo que me contara Ulric- y resulta evidente que para saber más debemos encontrar a ese pueblo ¡Tengo que partir de inmediato!

Miré a mi amigo, en una suerte de silenciosa invitación a venir conmigo. A pesar de haber tomado de antemano la decisión de abandonar Zurich en solitario, no podía dejar de sentirme hermanado con alguien que tanto había ayudado en una casi imposible línea de investigación.
Me sorprendí mucho al reparar en la profunda tristeza que se pintaba, indeleble, en el rostro de Ulric. Dándose cuenta de mi gesto interrogante, me miró con una fijeza estremecedora y dijo:-

-Lamentablemente, vas a tener que continuar solo con tu búsqueda. Hace un par de días encontré una serie de manchas en mi cuerpo, las cuales han ido creciendo de forma alarmante...

“Estoy infectado Dewan… y dudo que viva más allá de unos pocos meses.


FIN DE LA SEGUNDA PARTE

jueves, 14 de enero de 2016

LA INIQUIDAD DE LAS SOMBRAS (24) Por Daniel Barragán

CAPITULO XVII
PRIMERAS PISTAS

Habían pasado ya cinco meses cuando, casi por casualidad, hallé una pista que valía la pena de tener en cuenta.

La férrea intervención de Gobierno Central sobre los medios de información, al que se sumaba una creciente interferencia ambiental, había logrado que la velocidad de transmisión de datos disminuyera ostensiblemente. Obtener una simple información a través de Overnet se transformaba en una titánica tarea, que podía llevar varias horas de búsqueda, muchas veces inútil e intrascendente. Afortunadamente, tenía de mi parte una gran ventaja.

A pesar que Ulric era, como lo había sido Serkis, un auténtico apasionado por los tiempos pasados, no había dejado de lado a la tecnología. Cada una de las habitaciones de su inmensa mansión contaba con un moderno omnicontrol de pantallas plásmicas múltiples accionada por voz, al que le había sido adosado un banco de datos de varios Terabytes de memoria. Esto permitía contar con una gran cantidad de información, que permanecía independiente del flujo informático de Overnet.

A todo esto le debía sumar una enorme biblioteca, que ocupaba las amplias paredes de casi todas las habitaciones, formada por diarios personales de reconocidos investigadores, datos arqueológicos, libros antiguos cuyas hojas corrían serio riesgo de verse dañadas por la excesiva manipulación y escritos profanos, que muy pocos ojos habían tenido la oportunidad de leer. 

Aún así, muchas veces me sentía caer en la desesperación, pues la cantidad de información superaba con creces mi ansiedad por averiguar el misterio que me rodeaba. 
Tan solo la generosa ayuda del profesor Ben Zaffir evitó que me sumiera en una profunda depresión. Tanto él como su esposa Kheila fueron más que cariñosos con mi persona. Durante esos largos meses creí que por fin había logrado ganar algo de paz en mi atormentada alma. 

Más de una vez me sorprendí frente a mi computadora personal, con el sincero deseo de poder comunicarme con la dulce enfermera que había sabido ganar mi corazón. Un grato sentimiento que le daba a mi cruzada la fuerza necesaria para continuar con toda esa locura que amenazaba con destruirme.

Por supuesto, estaba totalmente equivocado y toda esa calma fue rápidamente olvidada por la realidad de mis descubrimientos.

Cierta tarde, luego de varios días de infructuosa búsqueda, encontré una vieja noticia en Overnet que me llamó la atención. La misma se refería al gran recrudecimiento de las sectas de fanáticos que pululaban por todo el mundo. La mayor parte de esos grupos eran nada más que charlatanes que se habían subido a bordo de la locura que imperaba por esos tiempos. Pero dentro de la larga lista había un grupo, cuyo nombre logró sacarme del letargo informativo.

Su nombre era la Cofradía de la Cruz Daga.

Al leer ese nombre, mis recuerdos se retrotrajeron a la noche terrible que había vivido un par de años atrás. Ante mi volvió a hacerse presente la deforme figura del sacerdote. Recordé nuevamente cada una de sus palabras y a la afilada daga en forma de cruz que se había cernido sobre las cabezas de la capitana Molina y el físico Andersen.

-¡Ulric, creo que encontré algo!- Grité emocionado, y algo aterrorizado, por el descubrimiento.

Ben Zaffir, que en esos momentos se hallaba repantigado en su sillón fumando su pipa favorita, se irguió en el acto y se acercó a la mesa de trabajo, una auténtica Babel de libros, pantallas plásmicas y pads informáticos.

Cuando le hube enseñado el artículo hallado, permaneció unos instantes sumido en meditativo silencio y finalmente pulsó una de las pantallas. La misma se expandió de inmediato en el modo de búsqueda.

-Buscar cualquier referencia sobre la Cruz Daga- Dijo a la pantalla- Data no mayor a dos años.

Nuestros ojos devoraron ávidamente la información que íbamos obteniendo. Había al menos treinta menciones en el último año que se referían a la cruz mencionada por Ulric, todas ellas asociadas a una secta religiosa que había sido acusada en varias oportunidades de realizar toda suerte de ritos profanos, entre los que se incluían los sacrificios humanos.

Las autoridades mundiales, si bien nunca lograron probar ese último punto, habían intentado frenar las actividades de la misma. Por supuesto había sido totalmente inútil ya que, según había trascendido, algunos políticos de las altas esferas se hallaban entre sus filas.

-Esto es más grande de lo que pensaba- Dije consternado.

Mi cabeza comenzó a latir dolorosamente. Casi sin darme cuenta, acaricié mis sienes en un vano intento por alejar esa terrible molestia, que ya creía olvidada. Ulric no permaneció ajeno a mi súbito movimiento y levantó la vista de la pantalla. En su rostro se pintó el temor.

-Dewan... ¡Estás sangrando!

Mis enrojecidas manos corroboraron lo dicho por el profesor.

-Es mi enfermedad que está avanzando- Atiné a contestar con voz débil, mientras me limpiaba lo mejor que podía- Me siento muy agotado por toda esta búsqueda... creo que la emoción de este hallazgo disparó todo.

Ulric me tomó con firmeza del brazo y me hizo levantar del asiento.

-Querido amigo, creo que es hora tomar un largo descanso... Kheila se va a encargar de que comas algo decente y duermas algunas horas...

-¡Pero lo que descubrimos!... tenemos que seguir invest...

-De eso me voy a encargar yo- Me interrumpió- En esta área soy mucho más idóneo que vos, así que no hay peros que valgan ¡A descansar se ha dicho!

Por supuesto que el buen profesor tenía toda la razón del mundo, ya que ni bien apoyé mi cabeza sobre la almohada me vi prontamente sumido en un largo y reparador sueño, por suerte, carente de pesadillas o malos recuerdos.


CONTINUA...

viernes, 1 de enero de 2016

DESDE UN PIBE VESTIDO DE AMARILLO A UN SUPERHOMBRE

“La serie de comics, hija del comercialismo y la tecnología, concebida por descuido y nacida por accidente, iba a crecer y proliferar en todas direcciones antes de que alguien pensara siquiera en darle un nombre”


Maurice Horn –A History of the Comic Strip- 

Desde mi más tierna infancia, las historietas han formado parte de mi acervo cultural. 

Cuando mi papá me compró la primera revista de Tarzán que era publicada por la Editorial Novaro, allá por mediados de los 60, me di cuenta de manera inmediata que un nuevo universo de emociones se estaba desplegando ante mí. Esos increíbles cuadernillos realizados con un papel de dudosa calidad supieron ganarse mi corazón y exacerbar mi gran pasión comiquera.

Las historietas, tal es el nombre con el que son conocidas en la Argentina, recibieron diferentes nombres en aquellos países en los cuales fueron recalando. En Italia se llaman fummetti. En España tebeos. En Francia y Bélgica bande dessinée. En Portugal banda desenhada. En Brasil quadrinhos. En Japón manga.

Muchas acepciones para un solo artículo de hechura barata, pero (mal que nos pese) existe un nombre que lo define por sobre todos ellos… un nombre que fue ganado en el país en el cual fueron creados: Comic Book.

Este formato gráfico tiene de por si una larga historia que se remonta a unos cuantos años antes de la aparición del mismo tal como es conocido en nuestra actualidad.

Rudolphe Töpffer (Suiza, 1799-1846) y Wilhelm Bush (Alemania, 1832-1908) fueron los primeros en desarrollar narrativas pictóricas que se convertirían en los precursores más antiguos de los comics de los cuales se tiene conocimiento. Si bien había una continuidad argumental, los mismos tenían bloques de prosa o versos ubicados al pie de las viñetas en lugar de los tradicionales globos de diálogos (baloons) tal como los conocemos en la actualidad.

Desarrollado tanto en Europa como en los EE. UU., el comic fue creciendo año tras año y comenzó a ocupar un lugar de importancia dentro del acervo cultural. Muy pronto este último país fue poniéndose por delante de su par europeo, llegando a convertirse en una industria en sí misma, un hecho que le permitiría incluso trasponer sus propias fronteras para hacerse conocer en todo el mundo. 

Sin duda alguna, el comic obtuvo su mayor apoyo en el seno de la industria periodística norteamericana, sobre todo gracias a los suplementos dominicales de la prensa neoyorquina y , por sobre todas las cosas, su evolución estuvo firmemente ligada a una dura competencia de índole comercial. 

Toda esta movida se debió a la rivalidad existente entre los dos diarios más importantes que eran publicados en la ciudad de Nueva York. Uno de ellos era el New York World de Joseph Pulitzer (1847-1911) y el otro era el Morning Journal, perteneciente a William Randolph Hearst (1863-1951). Ambos periódicos se enzarzaron en una feroz batalla comercial por tratar de atraer a la mayor cantidad de público lector, a fin de transformarse en el diario de mayor tirada de la Gran Manzana. 

En 1893, el New York World se le ocurrió editar un suplemento dominical a color (Sunday Strip) en el cual fue publicado material ilustrado y chistes. Esta nueva movida tuvo la virtud de generar un gran interés entre aquellos que compraban el diario. Un par de años más tarde, ese suplemento sería testigo de la aparición de lo podría ser considerado como el primer comic.

El de febrero de 1895 dicho suplemento publicó una viñeta, originalmente aparecida en la revista Truth, en la cual se describía de manera humorística al Down Hogan´s Alley, uno de los barrios obreros de la ciudad de Nueva York, el cual fue escrito y dibujado por Richard Felton Outcault (1863-1928). En la misma haría su aparición un muy particular personaje calvo que se hallaba vestido con un camisón de tonalidad amarilla en el cual podía leerse comentarios de carácter jocoso.

Dicho personaje sería conocido con el nombre de Yellow Kid y tendría el honor de ser la primera historieta en el cual era presentado un personaje fijo.

Al año siguiente, Outcault saltó a las filas del diario de Hearts, en donde su creación pasaría al formato en color (de allí que el camisón tomó de manera definitiva el color amarillo) y cambiaría su estética visual. El Yellow Kid ya no se limitaba a hacer su aparición en una única viñeta, sino que vivía una historia de carácter secuencial. Incluso, en una publicación que data del 25 de octubre de 1896 conocida como The Yellow Kid and his New Phonograph, hizo su aparición un loro que hablaba a través del uso de un globo de diálogo.

El éxito obtenido por esta serie tuvo como consecuencia directa que se produjera un aumento en la venta de diarios. Como era de suponer, la competencia se encargó de editar sus propias páginas dominicales, con el consecuente aparición de nuevas creaciones en el campo de la historieta. 

Como los editores querían no solo vender los diarios del domingo, nació la idea de realizar tiras diarias (Dayly Strips), las cuales aparecieron por primera vez en el Chicago American (1904) y en el San Francisco Chronicle (1907), esta última con la serie Augustus Mott.

En 1910, Harry Hershfield (1885-1974) creo en 1910 el Strip conocido como Desperated Desmond para el Morning Journal, el cual se transformaría en la primera historieta seriada con una estructura narrativa volcada hacia la aventura. Con ella el camino hacia la génesis del Comic Book comenzaba a ser construido.

La creciente sensación de que estaba siendo gestado un muy buen negocio, llevó a que muchos editores se prendieran en la modalidad de reimprimir en álbumes las diferentes series que habían hecho su aparición en las tiras de prensa. 

Entre 1903 y 1909 se editaron libros recopilatorios con historias como Buster Brown (una de las creaciones de Outcault), Mutt y Jeff (1907- Bud Fisher, Al Smith y George Breisacher), Little Orphan Annie (1924- Harold Gray), Bringing up Father (1913- George McManus) y Felix the Cat.

Pero la mayor baza para que la expansión de este material llegara a todo los EE. UU., y posteriormente al resto del mundo, se debió sin duda alguna a la tarea realizada por los Syndicates (aparecidos en 1865) los cuales se encargaron de repartir las tiras de prensa a partir del año 1890.
Corría el año 1929 y una profunda depresión económica comenzó a hacerse presente por todo el territorio estadounidense. Miles de personas, del día a la noche totalmente empobrecidas y sin trabajo a la vista, hacían largas colas con el fin de poder obtener algo caliente para llevarse al estómago. 

La casi eterna desesperanza y la lucha por sobrevivir esos malos tiempos permitieron el florecimiento de medios culturales de carácter escapista y bajo costo. Medios masivos como el cine, las novelas pulp y los comic strip, tuvieron la impensable misión de trasladar al público hacia exóticos y fantásticos mundos que se hallaban muy alejados de las rudas y frías realidades que tenían que vivir cada día de su vida.

Personajes como Tim Tyler´s Luck (1928- Lyman Young), Tarzan (1929- Harold Foster), Buck Rogers (1929- Philip F. Nolan y Dick Calkins), Scorchy Smith (1930- John Terry), Dick Tracy (1931- Chester Gould), Brick Bradford (1933- Clarence Gray), Radio Patrol (1933- Eddie Sullivan y Charles Schmidt), Secret Agent X 9 (1934- Dashiell Hammett y Alex Raymond), Flash Gordon (1934- Alex Raymond), Jungle Jim (1934- Alex Raymond), Mandrake the Magician (1934- Lee Falk) y Terry and the Pirates (1934- Milton Caniff), cumplieron más que dignamente  con ese cometido desde las páginas diarias y dominicales de los periódicos y en el nuevo formato que sería conocido como Comic Book.
Si bien todavía no se acomodaba a los cánones de lo que actualmente todos conocemos como Comic Book, hizo su aparición en los puestos de venta de diarios la revista The Funnies

Editada en 1929 por Dell Publishing, cuyo dueño era George De La Corte, la misma era una publicación de 16 páginas a cuatro colores en formato tabloide impresas en papel de diario por Eastern Color Printing y que fue vendida a 10 centavos. Su duración en el mercado fue de 36 números y en sus páginas fue presentado material que ya había hecho su aparición en los diarios.

En 1933, George Janosik, Max Gaines y Harry Wildemberg se les ocurrió la idea de hacer una prueba para la confección de una revista que tuviera un tamaño menor que el formato tabloide. Wildemberg fabricó un cuadernillo en papel de diario de 25 x 18 centímetros en donde se recopiló material de los Comic Strip más exitosos.

Con ese nuevo formato, en ese mismo año hizo su aparición Funnies on Parade, que contaba con una tirada de 10.000 ejemplares que fueron entregados de manera gratuita mediante la presentación de unos cupones que eran dados por las grandes cadenas de almacenes. Gracias a un acuerdo con los Syndicates Mc Naught y Mc Clure, en sus páginas hicieron su aparición Mutt and Jeff y Joe Palooka (1921- Ham Fisher).

A pesar de la gran aceptación por parte del público por esta nueva idea, Dell Publishing no le vio un futuro venturoso por lo que terminó dejándolo de lado. Afortunadamente, la Eastern Color Printing  no lo vio de la misma manera y, junto a American Newspaper Company, se encargó de que el comic book  no desapareciera del mercado.

Max Gaines, que poseía una mayor visión comercial, observó de inmediato el manifiesto interés de la gente de todas las edades por los comics y todo eso le llevó a pensar que no sería una mala idea cobrar por ellos. 

Fue así como hizo su aparición Famous Funnies: A Carnaval of Comics (1933), una revista de 64 páginas, que se transformaría en el primer Comic Book encarado de manera comercial. El mismo tenía un costo de 10 centavos y fue distribuida por Eastern.

Para 1934, la mayor parte de las editoriales terminaron prendiéndose en el negocio de las reimpresiones del material de la prensa en este formato y numerosos comics hicieron su aparición. Pero a los mismos aún les faltaba algo que se encargara de definirlos de una manera más cabal y los alejara de ser una simple reimpresión de los Comic Strip que eran publicados en los diarios.

Ese gran paso llegaría de manos del Comandante Malcolm Wheeller-Nicholson (1890-1965), quien fue el fundador de la National Allied Publishing (que varios años más tarde sería conocida como DC Comics). 

Este personaje muy particular no se sentía demasiado inclinado por pagar lo que los periódicos deseaban para que sus tiras fueran recopiladas, por lo que tuvo la idea de publicar material inédito realizado por autores noveles a los cuales les pagaba poco menos que una miseria. ¡Un auténtico negrero!
Junto al editor Vince Sullivan, Weller-Nicholson editó la revista New Comics (12/1935) en la cual fueron publicados personajes de aventura como Steve Conrad, Adventurer (Creig Flessel), Dale Daring (Dick Ryan), Rusty and his Pals (a cargo de un novato Bob Kane… no sé si lo conocen), The Monastery of the Blue God (Malcolm Wheeller-Nicholson), Sage Brush´n Cactus (Robert Leffingwell), Jibbly Jones (Tin Sullivan), Sir Lion Beef (Robert Leffingwell), Federal Men (de Jerry Siegel y Joe Shuster) y adaptaciones ilustradas de novelas como Robin Hood, Historia de dos Ciudades de Charles Dickens y She de Edgard Rice Haggard
A partir de 1936 esta revista pasaría a llamarse New Adventure Comics y posteriormente sería conocida como Adventure Comics, en donde haria su aparición en un futuro cercano el personaje que sería conocido como Superboy.

Otra de las renovaciones aportadas por la National fue el de poner en el mercado un comic dedicado a un único género. Tal fue el caso de Detective Comics (3/1937), el cual fue creado por Nicholson y Harry Donenfeld, un editor de novelas erótico-policiales como Spicy Detective y Spicy Romance

En dicha revista podían leerse historias policiales que se hallaban directamente inspiradas en las novelas pulp como La Sombra y The Spider. Unos años más tarde esta publicación tendría el gran honor de tener en sus páginas nada menos que a Batman, el hombre murciélago.

A pesar que las ventas eran bastante buenas, el gran éxito de los Comic Books se debería al arribo a nuestro planeta de un ser extraterrestre que, provisto de increíbles poderes, se transformaría en el gran gestor de del género superheroico.

El nombre de ese personaje era Supermán.