EL LLAMADO
Los espectrales durmientes continuaron con su
cansino andar por el sinuoso camino empedrado sin evidenciar ningún signo de alarma por nuestras presencias. Desde las callejuelas que convergían sobre el mismo podía adivinarse la presencia de numerosas sombras que se iban sumando al sombrío cortejo. El mortal
silencio que imperaba tan solo se veía roto por algún escondido
maullido de las bestiales criaturas felinas que rondaban en las cercanías, alejadas de nuestra vista.
Con cada paso que daba sentía que poco a poco me iba alejando de la frágil seguridad otorgada por la “Juan Salvo”... y de
toda mi existencia pasada. Aun así no detuve mi avance.
Era como si una llamada lejana, una poderosa voz, se hubiera apoderado de mi voluntad.
Era como si una llamada lejana, una poderosa voz, se hubiera apoderado de mi voluntad.
Por unos instantes me imaginé como un
integrante más de ese espectral ejército de sonámbulos, caminando eternamente hasta que
mi cuerpo fuera por fin corrompido por el inexorable paso del tiempo.
-“Somos como muertos dirigiéndonos hacia su
descanso final... –Me dije una y otra vez en monótona letanía- hacia un destino
difícil de ser vislumbrado”
Paso a paso…
(Los oscuros trashumantes nocturnos)
Paso a paso…
(Un espectro que alguna vez se había llamado
Dewan Bars)
Paso a paso...
-¡Dios mío!- Gritó de pronto Arthus, sacándome
del lóbrego ensueño en el que estaba sumergido- ¡Dios mío!
Haciendo un tremendo esfuerzo, mi enturbiado
entendimiento por fin se dio cuenta hacia donde nos había conducido nuestra
caminata. Por unos instantes creí que mi anclaje con la realidad comenzaba a desaparecer y no pude evitar que una tenebrosa risa asomara, incontenible,
desde lo más profundo de mi ser.
Pesadas cruces, cargadas de extraños
jeroglíficos de incomprensible significado. Enormes y seráficos ángeles
custodiando los portales de inmensas criptas. Frías columnas de mármol blanco,
carcomidas por el tiempo. El vaho imperceptible de la muerte soplando sobre
nuestros pálidos rostros. El constante roer del gusano a nuestros pies. Los
murmullos de aquellos que deberían estar descansando eternamente.
-Un cementerio… -Musité aterrado- ¡Un maldito cementerio!
Un cementerio en donde dormir el largo sueño. Mis piernas tan pesadas. Mi corazón tan cansado...
-Un cementerio… -Musité aterrado- ¡Un maldito cementerio!
Un cementerio en donde dormir el largo sueño. Mis piernas tan pesadas. Mi corazón tan cansado...
-Tenemos que irnos de acá- Dijo Arthus,
volviendo a sacarme del inexplicable sopor que parecía empecinado en dominarme-
Es tiempo de volver al lugar de reunión.
Desesperado, me tironeó del brazo una y otra
vez.
-Continuemos un poco más- Contesté obstinado,
sintiendo aun esa extraña atracción por el lugar al que habíamos llegado.
Consulté mi reloj, el cual parecía estar detenido
en la misma marca desde hacía mucho. Con gran esfuerzo miré la pantalla del detector, que en esos momentos pulsaba de manera anárquica y totalmente enloquecida.
-Todavía tenemos tiempo- Mentí- No estamos muy lejos de la fuente de emisión. Tenemos que seg...
Me callé al instante, al darme cuenta de un
inquietante detalle.
Los habitantes del nefasto pueblo se habían
desvanecido totalmente entre la niebla, dejándonos totalmente solos y
desamparados. Únicamente nos acompañaba el silencio...
(“y el sinuoso arrastrar de algo acechando.
Algo feroz. Primitivo”)
Retrocedí aterrado ante el inquietante
panorama y tropecé con mi amigo. Sentí mi corazón acelerarse cuando pude observar su rostro en la oscuridad. Un rostro anegado por un más que palpable sentimiento de terror... y también de una incipiente locura.
-“No podemos continuar con esta estupidez-
Pensé- Tenemos que dejar que las autoridades se encarguen del asunto- Miré a
Arthus y su pavoroso rostro- No puedo contar con él para nada... es mejor
volver a la nave y esperar que la capitana tenga mejor suerte que nosotros”
Cuando estaba por decirle a mi amigo que era
tiempo de retornar, olvidando la misión que nos había traído a ese lugar, algo
volvió a llamar mi atención.
Más allá de las cruces inclinadas, un pulsante
resplandor se reflejaba nítidamente en la pesada niebla. A nuestros oídos,
probablemente magnificados por el gran silencio, nos llegaron los acordes de
una extraña melodía retumbante que parecía estar acompañada por un coro de profundas voces.
-Ia Ia thoy kansara Meight kansara thoy
Mhalyoght... Ia Ia thoy kansara Meight kansara thoy Mhalyoght- Decían una y otra vez, hasta que cada una de esas inquietantes y desconocidas palabras se grabaron de manera inclemente en mi cabeza- Ia Ia thoy kansara Meight
kansara thoy Mhalyoght.
Picado por una morbosa curiosidad, tomé del
brazo a mi aterrorizado amigo y avancé imprudentemente hacia la luminosidad.
Aturdido por sus propios miedos, Arthus se dejó conducir cual si fuera un muñeco
por entre el mar de tumbas. Su boca se movía, como si estuviera orando:-
-Ia Ia thoy kansara Meight kansara thoy
Mhalyoght- Me pareció oírle susurrar, como si estuviera respondiendo al
llamado- Ia Ia thoy kansara Meight kansara thoy Mhalyoght...
Mi cordura me gritó que parara allí, que me
volviera y no tratara de develar el secreto que se escondía en esa extraña
luminiscencia. Fue totalmente inútil. Mis pasos desesperados me acercaron más y
más hacia mi destino.
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