POR AMOR A MILLER Y OTRAS YERBAS DE IGUAL CALAÑA
Después de más de un año de larga espera, abordé mi carabela imaginaria y, remontando el Paraná con el viento del sur a mis espaldas, me dirigí presto a mi encuentro con la bella urbe de Rosario y su más caro evento: la octava edición del Crack Bang Boom.
Una vez que hube desembarcado en esas lejanas tierras allende en el litoral argentino, mi mente volvió a transformarse en el niño que había sido en épocas pasadas. Una desgarbada criatura que, sin dudarlo y con todo el futuro por delante, se sumergía una y otra vez en ese mundo de fantasía que le era tan querido. Ese niño que yacía, a veces dormido y otras muy despierto, en el fondo de mi corazón y alma, volvió a cobrar existencia apoderándose totalmente de mi voluntad. Era un aventurero.El descubridor de un vasto universo de fantasía.
He aquí la historia de ese bizarro descubrimiento.
Hablar de lo que significa el CBB para todos los comiqueros que se precian de serlo es de una obviedad tan grande que sobrarían los elogios que pudieran llegar a se escritos en este artículo. A lo largo de los 8 años transcurridos desde su gestación este evento multimediático, que es llevado adelante por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y un grupo de colaboradores con Eduardo Risso a la cabeza, ha sabido convertirse en todo un referente tanto de los comics como de los videojuegos o el cine.
Muchos fueron los eventos que se desarrollaron a lo largo de los 4 días que duró el CBB, pero sin duda alguna quien se llevó todos los laureles fue la presencia de nada menos que uno de los grandes íconos del comic internacional: Frank “Dios” Miller, un auténtico monstruo que ha sabido deleitarnos desde hace varios años con cada una de sus creaciones.
A diferencia de las advertencias de la organización del CBB, que nos hizo creer que el tipo era poco menos que un egocéntrico mala onda al cual no podíamos darle la mano ni sacarle una foto, Miller se encargó de demostrarnos que se hallaba más que dispuesto a compartir su buen ánimo con todos los fans que se acercaron a él para sacarse una foto o hacerle firmar algún ejemplar a pesar de los canutos que trataban de impedir el contacto directo… y a las pruebas fotográficas me remito.
Luego de una larga espera de varias horas (y cuando digo varias digo muchas) mi objetivo se vio finalmente cumplido cuando en un sencillo y emotivo acto me firmó el primer número del Dark Knight, ese que había comprado como 25 años atrás, sin imaginar siquiera el destino en el cual estaría envuelto en el futuro. También me di el gusto de decirle, con mi típico ingles patoso, que gracias a su obra había vuelto al mundo de los comics de superhéroes.
Como dato anecdótico les cuento que en la noche del sábado, junto a unos amigos, dirigí mis pasos hacia un boliche rosarino en el cual se realizaba una fiesta relacionada con el evento a fin de pasar un buen momento, escuchar buena música (un tema que merecería un comentario aparte ya que decir de la misma que era horrenda sería un elogio) y tomarse un trago.
Grande fue nuestra sorpresa cuando, cruzando despacito la calle, pudimos ser testigos de la llegada de Miller. Aun no repuesto de la misma, ya que creo casi nadie se lo imaginaba en ese sitio que parecía sacado de alguna viñeta de la decadente Sin City, me acerqué con total desparpajo y le pedí si podía sacarme una selfie, al cual accedió gustosamente antes de entrar al predio.
¡Un grosso!
Por supuesto que Frank Miller no fue el único invitado en el CBB pues una gran cantidad de artistas se dieron cita al mismo e incluso se realizaron varias muestra de sus trabajos artísticos, las cuales se hallaban expuestas en varias de las paredes de los galpones del CEC.
BRIAN AZZARELLO
Este escritor de comics es ampliamente conocido en el medio gracias a su trabajo en 100 Balas, junto a Eduardo Risso, que viera la luz bajo la égida del sello Vertigo.
Entre sus otras obras podemos nombrar Johnny Double, Spaceman, Hellblazer, Superman for Tomorrow, Wonder Woman, Joker, Dark Knight III: The Master Race y Lex Luthor: The Man of Steel, una soberbia historia sobre la obsesión del científico megamillonario por destruir todo lo que representa el último hijo de Krypton… ejemplar que tuve la fortuna de hacerle firmar, además de poder sacarme una selfie con él.
DOMINGO “CACHO” MANDRAFINA
Este dibujante argentino inició su carrera en la mítica revista Patoruzito, allá por fines de la década del 60, y se ha destacado en el medio por la gran cantidad de obras en las cuales estuvo implicado. Entre ellas podemos nombrar a Savarese, Morgan, El Condenado, Ulises Boedo, Historias Mudas, El Husmeante, Peter Kamf lo Sabía, Metrocargero, Dylan Dog y un más que vasto etc.
Quiso la suerte que, durante mi peregrinar por los pasillos tomando fotos, me encontré de buenas a primeras con este crack de la historieta vernácula con el cual me saque (y van 3 en mi curriculum) una selfie.
QUINO
Las paredes del evento se vieron engalanadas por la presencia de numerosas gigantografías dedicadas a uno de los humoristas y dibujantes más importantes de nuestro país… el señor Joaquín Lavado, mejor conocido por todos los fans con el apodo de Quino.
Lamentablemente, el papá de Mafalda no pudo asistir al CBB debido a algunos problemas de salud propios de su avanzada edad. Afortunadamente me quedará siempre presente el fortuito encuentro con este maestro en la cuarta edición de Comicópolis, llevado a cabo en septiembre en la Rural de Palermo.
HORACIO ALTUNA
El Loco Chavez. Charlie Moon. Las Puertitas del Señor López. El Último Recreo. Ficcionario. Chances. El Nene Montanaro. El acervo creativo de el gran Horacio Altuna ya forma parte indisoluble de la historieta nacional y muchos fueron los que se hicieron presentes en la conferencia que dio el domingo, yo incluido. Junto a Eduardo Risso, nos contó una serie de anécdotas sobre su periplo artístico en una charla amena y bastante interesante.
Lamentablemente, la falta de tiempo (perdido sobre todo en las largas colas para obtener una firma) me impidieron el poder acercarme al resto de los artistas presentes, entre los que se encontraban Paula Andrade, Flor Balestra, Ayar Blasco, Leonel Castellani, Ernan Cirianni, Pablo Colaso, Diego Greco, Rodrigo López, Jorge De Los Ríos, Manuel Loza, Derlis Santacruz, Marco Tóxico, Jazmin Varela, Lucas Varela, Gerardo Zaffino y nada menos que el productor japonés y fundador del Estudio Gainax Inoue Hiroaki (Memories, Superdimensional Fortress Macross II: The Movie y Bubblegum Crisis; Tokyo 2040). A ellos les pido mis más sinceras disculpas por no darles ni cinco de bola. A modo de compensación les dejo a continuación algunos de sus trabajos que se encontraban expuestos.
Otro de los eventos del CBB que se encargó de atraer a una gran cantidad de público fue sin duda alguna el desfile de Cosplay.
A título informativo, para aquellos que no tienen ni la menor idea de que se trata, les cuento que el mismo es un movimiento cultural en el cual los fans de un determinado personaje (ya sea este del mundo de los comics, la televisión, los videojuegos o el cine) le rinden homenaje vistiéndose con los ropajes o las máscaras que los caracterizan.
Ironman. Las Tortugas Ninjas. Harley Quinn. Wonder Woman. Dragon Ball. Spider-Man. Batman. Depredador. Nada escapa a la imaginación de estos auténticos artesanos que, con mucha actitud y ganas de ser felices con su pasión, se encargan de deslumbrarnos con sus auténticas obras de arte… algunas de ellas realmente increíbles.
Una mención aparte la merece Javier, el pibe que realiza el Cosplay de Wonder Man… una versión masculina de la icónica Wonder Woman. Dueño de una encomiable valentía, narró de manera cruda y muy emotiva la terrible infancia que tuvo que pasar al ser abusado por dos personas mayores. Envuelto en el horror de todo eso, su única salida fue el refugiarse en el universo de los comics, particularmente en el de la Mujer Maravilla.
Según sus propias palabras, él no quería ser ese personaje sino lo que el mismo representaba. Todo eso lo ayudó a sobrellevar ese duro trance y, ya mayor, decidió enfundarse con un traje similar al de la princesa amazona como una forma de tomar la antorcha justiciera que le permitiera dar a conocer al mundo su historia y de tratar de ayudar a todos aquellos que hayan sufrido un destino similar al suyo.
¡Un auténtico superhéroe de la vida real!
Tal como sucedió con Comicópolis, el Crack Bang Boom! Tuvo sus cosas buenas, malas y feas…
Lo bueno:
-Viajar a la hermosa ciudad de Rosario, una urbe fantástica digna de ser visitada, y saborear los “Carlito de pollo”… la gloria hecha comida.
-La banda de chicos y chicas que se formó en la cola de espera para retirar un número que nos permitía obtener una firma de Frank Miller. Steffy, Celes, Gaby, Julian, Marce, Brian, Gus, Esteban, Sebastian y Amadeo fueron tan copados que hasta aceptaron a un jovato como yo entre sus filas. ¡¡ESPARTAAAA!!
-El que tanto Frank Miller como Brian Azarello hayan sido dos tipos recontramacanudos.
-El que Miller me haya firmado el Dark Knight N° 1.
-El que Miller se haya dejado tomar una selfie con quien les escribe.
Lo malo:
-El estigma de mala onda (¡No lo toquen! ¡No lo miren! ¡No se saquen selfies!) que le impusieron los organizadores del CBB a Frank Miller, cuando el mismo era todo lo contrario: una persona amable y dispuesta a confraternizar con todos los fans que se le acercaron.
-La larga espera para recibir un numerito que te acreditaba para poder obtener una firma de Frank Miller… ¡Desde las 7 de la mañana hasta pasado largamente el mediodía! ¡Pardiez!
-Las muchas cosas para ver en el CBB y el poco tiempo para poder disfrutarlas.
-El no poder comerme un “Carlito” más.
Lo feo:
-El frío y la agotadora espera que tuvimos que chuparnos para poder conseguir el dichoso numerito nombrado más arriba. ¡Sufrida la vida del comicadicto!
Desgraciadamente todo lo bueno llega a su fin. Cansado pero muy feliz, me dirigí nuevamente a mi carabela imaginaria y navegué hacia el atardecer en busca del lejano hogar del cual había partido unos días atrás.
Con el viento en el rostro y arrebolada las mejillas, poco a poco me fui alejando de la bella ciudad que me había acogido con tanto cariño, esperando que la esquiva suerte me volviera a favorecer el año entrante con una nueva visita.
“Por el río Paraná venía navegando un piojo
con un comic bajo el brazo
y una firma de Frank Miller entre ojo y ojo”
Después de más de un año de larga espera, abordé mi carabela imaginaria y, remontando el Paraná con el viento del sur a mis espaldas, me dirigí presto a mi encuentro con la bella urbe de Rosario y su más caro evento: la octava edición del Crack Bang Boom.
Una vez que hube desembarcado en esas lejanas tierras allende en el litoral argentino, mi mente volvió a transformarse en el niño que había sido en épocas pasadas. Una desgarbada criatura que, sin dudarlo y con todo el futuro por delante, se sumergía una y otra vez en ese mundo de fantasía que le era tan querido. Ese niño que yacía, a veces dormido y otras muy despierto, en el fondo de mi corazón y alma, volvió a cobrar existencia apoderándose totalmente de mi voluntad. Era un aventurero.El descubridor de un vasto universo de fantasía.
He aquí la historia de ese bizarro descubrimiento.
Hablar de lo que significa el CBB para todos los comiqueros que se precian de serlo es de una obviedad tan grande que sobrarían los elogios que pudieran llegar a se escritos en este artículo. A lo largo de los 8 años transcurridos desde su gestación este evento multimediático, que es llevado adelante por la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario y un grupo de colaboradores con Eduardo Risso a la cabeza, ha sabido convertirse en todo un referente tanto de los comics como de los videojuegos o el cine.
Muchos fueron los eventos que se desarrollaron a lo largo de los 4 días que duró el CBB, pero sin duda alguna quien se llevó todos los laureles fue la presencia de nada menos que uno de los grandes íconos del comic internacional: Frank “Dios” Miller, un auténtico monstruo que ha sabido deleitarnos desde hace varios años con cada una de sus creaciones.
A diferencia de las advertencias de la organización del CBB, que nos hizo creer que el tipo era poco menos que un egocéntrico mala onda al cual no podíamos darle la mano ni sacarle una foto, Miller se encargó de demostrarnos que se hallaba más que dispuesto a compartir su buen ánimo con todos los fans que se acercaron a él para sacarse una foto o hacerle firmar algún ejemplar a pesar de los canutos que trataban de impedir el contacto directo… y a las pruebas fotográficas me remito.
Luego de una larga espera de varias horas (y cuando digo varias digo muchas) mi objetivo se vio finalmente cumplido cuando en un sencillo y emotivo acto me firmó el primer número del Dark Knight, ese que había comprado como 25 años atrás, sin imaginar siquiera el destino en el cual estaría envuelto en el futuro. También me di el gusto de decirle, con mi típico ingles patoso, que gracias a su obra había vuelto al mundo de los comics de superhéroes.
Como dato anecdótico les cuento que en la noche del sábado, junto a unos amigos, dirigí mis pasos hacia un boliche rosarino en el cual se realizaba una fiesta relacionada con el evento a fin de pasar un buen momento, escuchar buena música (un tema que merecería un comentario aparte ya que decir de la misma que era horrenda sería un elogio) y tomarse un trago.
Grande fue nuestra sorpresa cuando, cruzando despacito la calle, pudimos ser testigos de la llegada de Miller. Aun no repuesto de la misma, ya que creo casi nadie se lo imaginaba en ese sitio que parecía sacado de alguna viñeta de la decadente Sin City, me acerqué con total desparpajo y le pedí si podía sacarme una selfie, al cual accedió gustosamente antes de entrar al predio.
¡Un grosso!
BRIAN AZZARELLO
Este escritor de comics es ampliamente conocido en el medio gracias a su trabajo en 100 Balas, junto a Eduardo Risso, que viera la luz bajo la égida del sello Vertigo.
Entre sus otras obras podemos nombrar Johnny Double, Spaceman, Hellblazer, Superman for Tomorrow, Wonder Woman, Joker, Dark Knight III: The Master Race y Lex Luthor: The Man of Steel, una soberbia historia sobre la obsesión del científico megamillonario por destruir todo lo que representa el último hijo de Krypton… ejemplar que tuve la fortuna de hacerle firmar, además de poder sacarme una selfie con él.
DOMINGO “CACHO” MANDRAFINA
Este dibujante argentino inició su carrera en la mítica revista Patoruzito, allá por fines de la década del 60, y se ha destacado en el medio por la gran cantidad de obras en las cuales estuvo implicado. Entre ellas podemos nombrar a Savarese, Morgan, El Condenado, Ulises Boedo, Historias Mudas, El Husmeante, Peter Kamf lo Sabía, Metrocargero, Dylan Dog y un más que vasto etc.
Quiso la suerte que, durante mi peregrinar por los pasillos tomando fotos, me encontré de buenas a primeras con este crack de la historieta vernácula con el cual me saque (y van 3 en mi curriculum) una selfie.
QUINO
Las paredes del evento se vieron engalanadas por la presencia de numerosas gigantografías dedicadas a uno de los humoristas y dibujantes más importantes de nuestro país… el señor Joaquín Lavado, mejor conocido por todos los fans con el apodo de Quino.
Lamentablemente, el papá de Mafalda no pudo asistir al CBB debido a algunos problemas de salud propios de su avanzada edad. Afortunadamente me quedará siempre presente el fortuito encuentro con este maestro en la cuarta edición de Comicópolis, llevado a cabo en septiembre en la Rural de Palermo.
El Loco Chavez. Charlie Moon. Las Puertitas del Señor López. El Último Recreo. Ficcionario. Chances. El Nene Montanaro. El acervo creativo de el gran Horacio Altuna ya forma parte indisoluble de la historieta nacional y muchos fueron los que se hicieron presentes en la conferencia que dio el domingo, yo incluido. Junto a Eduardo Risso, nos contó una serie de anécdotas sobre su periplo artístico en una charla amena y bastante interesante.
Lamentablemente, la falta de tiempo (perdido sobre todo en las largas colas para obtener una firma) me impidieron el poder acercarme al resto de los artistas presentes, entre los que se encontraban Paula Andrade, Flor Balestra, Ayar Blasco, Leonel Castellani, Ernan Cirianni, Pablo Colaso, Diego Greco, Rodrigo López, Jorge De Los Ríos, Manuel Loza, Derlis Santacruz, Marco Tóxico, Jazmin Varela, Lucas Varela, Gerardo Zaffino y nada menos que el productor japonés y fundador del Estudio Gainax Inoue Hiroaki (Memories, Superdimensional Fortress Macross II: The Movie y Bubblegum Crisis; Tokyo 2040). A ellos les pido mis más sinceras disculpas por no darles ni cinco de bola. A modo de compensación les dejo a continuación algunos de sus trabajos que se encontraban expuestos.
Otro de los eventos del CBB que se encargó de atraer a una gran cantidad de público fue sin duda alguna el desfile de Cosplay.
A título informativo, para aquellos que no tienen ni la menor idea de que se trata, les cuento que el mismo es un movimiento cultural en el cual los fans de un determinado personaje (ya sea este del mundo de los comics, la televisión, los videojuegos o el cine) le rinden homenaje vistiéndose con los ropajes o las máscaras que los caracterizan.
Ironman. Las Tortugas Ninjas. Harley Quinn. Wonder Woman. Dragon Ball. Spider-Man. Batman. Depredador. Nada escapa a la imaginación de estos auténticos artesanos que, con mucha actitud y ganas de ser felices con su pasión, se encargan de deslumbrarnos con sus auténticas obras de arte… algunas de ellas realmente increíbles.
Una mención aparte la merece Javier, el pibe que realiza el Cosplay de Wonder Man… una versión masculina de la icónica Wonder Woman. Dueño de una encomiable valentía, narró de manera cruda y muy emotiva la terrible infancia que tuvo que pasar al ser abusado por dos personas mayores. Envuelto en el horror de todo eso, su única salida fue el refugiarse en el universo de los comics, particularmente en el de la Mujer Maravilla.
Según sus propias palabras, él no quería ser ese personaje sino lo que el mismo representaba. Todo eso lo ayudó a sobrellevar ese duro trance y, ya mayor, decidió enfundarse con un traje similar al de la princesa amazona como una forma de tomar la antorcha justiciera que le permitiera dar a conocer al mundo su historia y de tratar de ayudar a todos aquellos que hayan sufrido un destino similar al suyo.
¡Un auténtico superhéroe de la vida real!
Tal como sucedió con Comicópolis, el Crack Bang Boom! Tuvo sus cosas buenas, malas y feas…
Lo bueno:
-Viajar a la hermosa ciudad de Rosario, una urbe fantástica digna de ser visitada, y saborear los “Carlito de pollo”… la gloria hecha comida.
-La banda de chicos y chicas que se formó en la cola de espera para retirar un número que nos permitía obtener una firma de Frank Miller. Steffy, Celes, Gaby, Julian, Marce, Brian, Gus, Esteban, Sebastian y Amadeo fueron tan copados que hasta aceptaron a un jovato como yo entre sus filas. ¡¡ESPARTAAAA!!
-El que tanto Frank Miller como Brian Azarello hayan sido dos tipos recontramacanudos.
-El que Miller me haya firmado el Dark Knight N° 1.
-El que Miller se haya dejado tomar una selfie con quien les escribe.
Lo malo:
-El estigma de mala onda (¡No lo toquen! ¡No lo miren! ¡No se saquen selfies!) que le impusieron los organizadores del CBB a Frank Miller, cuando el mismo era todo lo contrario: una persona amable y dispuesta a confraternizar con todos los fans que se le acercaron.
-La larga espera para recibir un numerito que te acreditaba para poder obtener una firma de Frank Miller… ¡Desde las 7 de la mañana hasta pasado largamente el mediodía! ¡Pardiez!
-Las muchas cosas para ver en el CBB y el poco tiempo para poder disfrutarlas.
-El no poder comerme un “Carlito” más.
Lo feo:
-El frío y la agotadora espera que tuvimos que chuparnos para poder conseguir el dichoso numerito nombrado más arriba. ¡Sufrida la vida del comicadicto!
Desgraciadamente todo lo bueno llega a su fin. Cansado pero muy feliz, me dirigí nuevamente a mi carabela imaginaria y navegué hacia el atardecer en busca del lejano hogar del cual había partido unos días atrás.
Con el viento en el rostro y arrebolada las mejillas, poco a poco me fui alejando de la bella ciudad que me había acogido con tanto cariño, esperando que la esquiva suerte me volviera a favorecer el año entrante con una nueva visita.
¡Y voto a Belcebú que volveré!
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