DIE WELT DER ZUKUNFT
Ficha Técnica:
Dirección: Fritz Lang
Producción: Erich Pommer
Guión: Fritz Lang y Thea Von Harbou, basada en la novela homónima de esta última.
Música original: Gottfried Huppertz
Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau y Walter Rottman
Vestuario: Aenne Willkomm
Efectos Especiales: Ernst Kunstmann, Konstantin Irmen-Tschet, Jeff Matakovich, Erich Kettelhut, Eugen Schüfftan , Willy Mulelr, Hugo O. Schulze y Walter Schultye-Middendorf
Protagonistas: Alfred Abel (John Fredersen), Gustav Frölich (Freder), Brigitte Helm (María), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (El Hombre Delgado), Theodore Loss (Josaphat), Erwin Biswanger (11811- Georgi), Heinrich George, Olaf Storm, Hans Leo Reich, Heinrich Gotho, Margaret Lanner, Max Dietze, Georg John, Walter Kuhle, Arthur Reinhard, Erwin Vater y Gret Berger.
Duración: 210 min. (Estreno en Alemania). La última restauración (2010) es de 145 min.
El cine germano de la década del 20 supo darnos una auténtica joya de la ciencia ficción que, a pesar de ser muda y haber sido severamente mutilada en sus sucesivas proyecciones, conserva la poderosa estética visual y narrativa que tuvo en el momento de su estreno.
Equivocadamente considerada como una cabal muestra del Expresionismo Alemán, y si lo es se acerca de un modo muy tangencial, Metrópolis ha sabido convertirse en una parte indisoluble del quehacer artístico, cultural y social de toda la humanidad.
En una distópica ciudad futurista de proporciones megalíticas, viven sus existencias dos castas netamente diferenciadas entre si: la privilegiada elite de los propietarios y pensadores de la superficie y la sufrida clase de los trabajadores, que habita en las profundidades.
Dentro de este último grupo se encuentra la bondadosa María (Brigitte Helm) quien desea que las cosas cambien para bien y que ambos grupos sociales puedan trabajar en conjunto con el fin de construir un mundo mejor. El amo de la ciudad (Alfred Abel) observa con disgusto como su hijo Freder (Gustav Frolich) se enamora de la bella muchacha y reniega de su condición de privilegiado en una sociedad que considera injusta.
Temiendo que el modo de vida establecido pueda ser cambiado, le pide al científico-brujo Rotwang (Rudolf Kleim-Rogge) que se encargue de detener todo ello. Para lograr tales fines, y otros aun más nefastos, el sabio loco construye un robot a imagen de la buena de María, pero dota a su invento de un perverso y lujurioso espíritu que se encargará de sumir a la ciclópea ciudad en un auténtico caos.
Este film fue dirigido por el célebre cineasta Fritz Lang (1890-1976) entre cuyos logros podemos nombrar películas como Los Nibelungos (1923), La Mujer en la Luna (1929) y El Vampiro Negro (1931), al que se le suma una amplia e interesante producción para el cine norteamericano, lamentablemente muy poco conocida por estas tierras.
Según se cuenta, la idea visual de Metrópolis le vino a la cabeza cuando tuvo la oportunidad de viajar a la ciudad de Nueva York. A su regreso de América le expuso dichas experiencias a su esposa Thea Von Harbou, la cual se encargó de escribir un guión basado en una novela de su autoría y que fuera publicada en la revista Illustriertes Blatt.
La filmación de la película, iniciada el 22 de mayo de 1925, duró un año y se caracterizó por ser una experiencia agotadora para los actores implicados en el proyecto, todo ello debido a las exigencias impuestas por el obsesivo director. El costo de la misma fue de algo más de 5 millones de marcos.
Los efectos especiales, aun en la actualidad, resultan totalmente sorprendentes. Entre las técnicas utilizadas figura el Proceso de Schúffman, un método de filmación en el que se utilizan espejos especiales para que los actores puedan interactuar con la miniaturas que han sido construidas a tal efecto.
La música original estuvo a cargo de Gottfried Huppertz, el cual se inspiró en la música de los compositores clásicos Richard Wagner y Richard Strauss, con citas de “La Marsellesa” y “Dies Irae”.
Metrópolis fue estrenada en el Ufa-Palast am Zoo de Berlín el 10 de enero de 1927 y su distribución en el resto del mundo estuvo a cargo de una empresa multinacional llamada Parufamet, conformada por Paramount Pictures, Metro-Goldwing-Mayer y UFA.
Si bien las premisas del film eran bastante simplonas (“El mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”), resultaba más que evidente el mensaje socio-político de corte nacional socialista implicado a lo largo del mismo (tengan en cuenta que Von Harbou era adepta al Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores de Alemania).
Si se analiza Metropolis de una manera mucho más profunda pueden ser observadas numerosas interpretaciones políticas, sociológicas y teológicas; como el marxismo, la robotización del hombre, la colaboración entre las clases sociales para lograr el bien común y el más puro ideal judeo-cristiano de la virtud y el sacrificio por los pobres y los necesitados. Toda esta bizarra amalgama terminó transformándola en una auténtica pesadilla para los censores de los diferentes países en los cuales fue estrenada.
Para la visión de Lang, la ciudad misma es el actor principal del film, siendo notable la clara dicotomía presente en los diferentes sectores que la componen. Por un lado tenemos los inmensos rascacielos, claramente influenciados por la escuela arquitectónica de Chicago, con estructuras fastuosas que entremezclan los diseños gótico-medievales y el Art-Decó. Por el otro, tenemos al mundo de las profundidades en donde vive el sufrido proletariado, el cual se caracteriza por su extrema y sombría sencillez funcional.
Años más tarde, cuando Lang buscó asilo en los EEUU para escapar de las garras del nazismo, renegó totalmente de los mensajes vertidos en la película y únicamente alabó el apartado técnico y la excelente fotografía realizada por Eugen Schüfftan.
A lo largo de su exhibición en el resto del mundo Metrópolis fue víctima de numerosos cortes y modificaciones que se encargaron de desvirtuar el concepto argumental creado por Harbou y Lang, transformándola en una película totalmente diferente y casi incomprensible. Incluso, en los setenta, sería vilmente asesinada con una versión coloreada que tenía música de Giorgo Moroder, Pat Benatar, Bonnie Tayler, Adam Ant y Queen (¡Radio Ga Ga!), entre otros.
Si bien en el año 2002 la película fue totalmente restaurada por la Fundación Murnau de Alemania, un hecho que permitió designarla como Patrimonio cultural de la Humanidad, mucho del metraje original se dio por totalmente perdido.
Pero una luz de esperanza se encendió en el cono sur, más precisamente en la República Argentina, cuando en 2008 fue localizada (en el Museo del Cine Pablo C. Ducros Hicken) una copia en formato de 16 mm que incorporaba 26 minutos inéditos al metraje sobreviviente.
Aun no repuestos de la sorpresa, la fundación alemana restauró dichas escenas lo mejor que pudo (ya que las mismas estaban muy deterioradas) y fue finalmente reestrenada en el año 2010, contando incluso con la partitura original usada en 1927. Esta nueva versión, que tuve la fortuna de ver gracias a Internet, nos permite disfrutar una película mucho más coherente que sus anteriores reposiciones, acercándonos un poco más a la visión de este gran director alemán.
Una mención aparte la merece el Maschinenmensch de María, el autómata creado por Rotwang. El mismo fue realizado por el escultor Walter Schulze-Mittendorff, para el cual tomó un molde en yeso de Brigitte Helm y luego construyó un traje en un tipo de madera plástica que lo hacía parecer metálico y le permitía una cierta movilidad a la actriz.
En el film, el robot de María representa a todo lo malo que una sociedad decadente pueda llegar a tener. Este increíble robot es quizá uno de los primeros de la cinematografía, siempre y cuando no se tome en cuenta el corto perdido de George Melies conocido como Gugusse and the Automaton de 1897, y la magnífica interpretación realizada por la joven Brigitte Helm (tanto en su versión robótica como en la de carne y hueso) resulta altamente sorprendente.
Metrópolis es el cine de ciencia ficción en su estado más puro, el cual influyó enormemente en el séptimo arte, y también es un poderoso mensaje socio-político-cultural llegado de una época en el que las computadoras, los celulares, los smart TV y los videojuegos eran sueños imposibles.
Una época increíble en donde la imaginación era su mayor fuente tecnológica… lo cual no es poco.
Ficha Técnica:
Dirección: Fritz Lang
Producción: Erich Pommer
Guión: Fritz Lang y Thea Von Harbou, basada en la novela homónima de esta última.
Música original: Gottfried Huppertz
Fotografía: Karl Freund, Günther Rittau y Walter Rottman
Vestuario: Aenne Willkomm
Efectos Especiales: Ernst Kunstmann, Konstantin Irmen-Tschet, Jeff Matakovich, Erich Kettelhut, Eugen Schüfftan , Willy Mulelr, Hugo O. Schulze y Walter Schultye-Middendorf
Protagonistas: Alfred Abel (John Fredersen), Gustav Frölich (Freder), Brigitte Helm (María), Rudolf Klein-Rogge (Rotwang), Fritz Rasp (El Hombre Delgado), Theodore Loss (Josaphat), Erwin Biswanger (11811- Georgi), Heinrich George, Olaf Storm, Hans Leo Reich, Heinrich Gotho, Margaret Lanner, Max Dietze, Georg John, Walter Kuhle, Arthur Reinhard, Erwin Vater y Gret Berger.
Duración: 210 min. (Estreno en Alemania). La última restauración (2010) es de 145 min.
El cine germano de la década del 20 supo darnos una auténtica joya de la ciencia ficción que, a pesar de ser muda y haber sido severamente mutilada en sus sucesivas proyecciones, conserva la poderosa estética visual y narrativa que tuvo en el momento de su estreno.
Equivocadamente considerada como una cabal muestra del Expresionismo Alemán, y si lo es se acerca de un modo muy tangencial, Metrópolis ha sabido convertirse en una parte indisoluble del quehacer artístico, cultural y social de toda la humanidad.
En una distópica ciudad futurista de proporciones megalíticas, viven sus existencias dos castas netamente diferenciadas entre si: la privilegiada elite de los propietarios y pensadores de la superficie y la sufrida clase de los trabajadores, que habita en las profundidades.
Dentro de este último grupo se encuentra la bondadosa María (Brigitte Helm) quien desea que las cosas cambien para bien y que ambos grupos sociales puedan trabajar en conjunto con el fin de construir un mundo mejor. El amo de la ciudad (Alfred Abel) observa con disgusto como su hijo Freder (Gustav Frolich) se enamora de la bella muchacha y reniega de su condición de privilegiado en una sociedad que considera injusta.
Temiendo que el modo de vida establecido pueda ser cambiado, le pide al científico-brujo Rotwang (Rudolf Kleim-Rogge) que se encargue de detener todo ello. Para lograr tales fines, y otros aun más nefastos, el sabio loco construye un robot a imagen de la buena de María, pero dota a su invento de un perverso y lujurioso espíritu que se encargará de sumir a la ciclópea ciudad en un auténtico caos.
Este film fue dirigido por el célebre cineasta Fritz Lang (1890-1976) entre cuyos logros podemos nombrar películas como Los Nibelungos (1923), La Mujer en la Luna (1929) y El Vampiro Negro (1931), al que se le suma una amplia e interesante producción para el cine norteamericano, lamentablemente muy poco conocida por estas tierras.
Según se cuenta, la idea visual de Metrópolis le vino a la cabeza cuando tuvo la oportunidad de viajar a la ciudad de Nueva York. A su regreso de América le expuso dichas experiencias a su esposa Thea Von Harbou, la cual se encargó de escribir un guión basado en una novela de su autoría y que fuera publicada en la revista Illustriertes Blatt.
La filmación de la película, iniciada el 22 de mayo de 1925, duró un año y se caracterizó por ser una experiencia agotadora para los actores implicados en el proyecto, todo ello debido a las exigencias impuestas por el obsesivo director. El costo de la misma fue de algo más de 5 millones de marcos.
Los efectos especiales, aun en la actualidad, resultan totalmente sorprendentes. Entre las técnicas utilizadas figura el Proceso de Schúffman, un método de filmación en el que se utilizan espejos especiales para que los actores puedan interactuar con la miniaturas que han sido construidas a tal efecto.
La música original estuvo a cargo de Gottfried Huppertz, el cual se inspiró en la música de los compositores clásicos Richard Wagner y Richard Strauss, con citas de “La Marsellesa” y “Dies Irae”.
Metrópolis fue estrenada en el Ufa-Palast am Zoo de Berlín el 10 de enero de 1927 y su distribución en el resto del mundo estuvo a cargo de una empresa multinacional llamada Parufamet, conformada por Paramount Pictures, Metro-Goldwing-Mayer y UFA.
Si bien las premisas del film eran bastante simplonas (“El mediador entre el cerebro y la mano ha de ser el corazón”), resultaba más que evidente el mensaje socio-político de corte nacional socialista implicado a lo largo del mismo (tengan en cuenta que Von Harbou era adepta al Partido Nacional-Socialista de los Trabajadores de Alemania).
Si se analiza Metropolis de una manera mucho más profunda pueden ser observadas numerosas interpretaciones políticas, sociológicas y teológicas; como el marxismo, la robotización del hombre, la colaboración entre las clases sociales para lograr el bien común y el más puro ideal judeo-cristiano de la virtud y el sacrificio por los pobres y los necesitados. Toda esta bizarra amalgama terminó transformándola en una auténtica pesadilla para los censores de los diferentes países en los cuales fue estrenada.
Para la visión de Lang, la ciudad misma es el actor principal del film, siendo notable la clara dicotomía presente en los diferentes sectores que la componen. Por un lado tenemos los inmensos rascacielos, claramente influenciados por la escuela arquitectónica de Chicago, con estructuras fastuosas que entremezclan los diseños gótico-medievales y el Art-Decó. Por el otro, tenemos al mundo de las profundidades en donde vive el sufrido proletariado, el cual se caracteriza por su extrema y sombría sencillez funcional.
Años más tarde, cuando Lang buscó asilo en los EEUU para escapar de las garras del nazismo, renegó totalmente de los mensajes vertidos en la película y únicamente alabó el apartado técnico y la excelente fotografía realizada por Eugen Schüfftan.
A lo largo de su exhibición en el resto del mundo Metrópolis fue víctima de numerosos cortes y modificaciones que se encargaron de desvirtuar el concepto argumental creado por Harbou y Lang, transformándola en una película totalmente diferente y casi incomprensible. Incluso, en los setenta, sería vilmente asesinada con una versión coloreada que tenía música de Giorgo Moroder, Pat Benatar, Bonnie Tayler, Adam Ant y Queen (¡Radio Ga Ga!), entre otros.
Si bien en el año 2002 la película fue totalmente restaurada por la Fundación Murnau de Alemania, un hecho que permitió designarla como Patrimonio cultural de la Humanidad, mucho del metraje original se dio por totalmente perdido.
Pero una luz de esperanza se encendió en el cono sur, más precisamente en la República Argentina, cuando en 2008 fue localizada (en el Museo del Cine Pablo C. Ducros Hicken) una copia en formato de 16 mm que incorporaba 26 minutos inéditos al metraje sobreviviente.
Aun no repuestos de la sorpresa, la fundación alemana restauró dichas escenas lo mejor que pudo (ya que las mismas estaban muy deterioradas) y fue finalmente reestrenada en el año 2010, contando incluso con la partitura original usada en 1927. Esta nueva versión, que tuve la fortuna de ver gracias a Internet, nos permite disfrutar una película mucho más coherente que sus anteriores reposiciones, acercándonos un poco más a la visión de este gran director alemán.
Una mención aparte la merece el Maschinenmensch de María, el autómata creado por Rotwang. El mismo fue realizado por el escultor Walter Schulze-Mittendorff, para el cual tomó un molde en yeso de Brigitte Helm y luego construyó un traje en un tipo de madera plástica que lo hacía parecer metálico y le permitía una cierta movilidad a la actriz.
En el film, el robot de María representa a todo lo malo que una sociedad decadente pueda llegar a tener. Este increíble robot es quizá uno de los primeros de la cinematografía, siempre y cuando no se tome en cuenta el corto perdido de George Melies conocido como Gugusse and the Automaton de 1897, y la magnífica interpretación realizada por la joven Brigitte Helm (tanto en su versión robótica como en la de carne y hueso) resulta altamente sorprendente.
Metrópolis es el cine de ciencia ficción en su estado más puro, el cual influyó enormemente en el séptimo arte, y también es un poderoso mensaje socio-político-cultural llegado de una época en el que las computadoras, los celulares, los smart TV y los videojuegos eran sueños imposibles.
-GALERÍA DE IMÁGENES-
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