"¡MUERAN MALDITOS COMUNIST... DIGO, EXTRATERRESTRES!"
La oscura paranoia anticomunista que imperó en los EE. UU durante la década del 50 se transformó en el ámbito ideal para que ciertos políticos (liderados por el nefasto senador Joseph McCarthy) trataran de imponer sus cerrados conceptos morales e intereses políticos sobre el común de la gente, en un intento por hacer prevalecer el sistema de vida americano por sobre todo lo demás.
Las consecuencias de tales manejos trajeron consigo una oscura época caracterizada por una injusta cacería de brujas que afectó de manera ostensible a todo tipo de manifestación artística, cultural y social. Medios escritos de información y diversión, como lo fueron ciertos diarios de ideas contrarias al gobierno e incluso los comics, se vieron de buenas a primeras vigilados de cerca por un grupo de severos censores que se encargaron de alterar las actividades habituales de dichas publicaciones.
En el terreno del cine y la televisión, numerosos artistas, guionistas y directores, pasaron a engrosar nefastas listas negras que les impedían trabajar en lo que más amaban, los cuales incluso llegaban a cambiar sus nombres o usar a otras personas para que los representaran.
Pero, como siempre suele suceder, no hay mal que por bien no venga.
Alimentados por toda esa locura, productores y directores se embarcaron en el sano negocio de seguir haciendo plata a pesar de las adversidades y crearon una serie de producciones cinematográficas en donde el comunismo (o una representación abstracta del mismo) sería el enemigo a vencer por el héroe de turno.
El género cinematográfico que mejor supo expresar con eufemismos (y veces de manera muy directa) esa paranoia fue el cine de ciencia ficción. Gracias a esas películas, los sucios y traidores comunistas se vieron transformados en malvados “marcianos”, fríos robots, monstruos gigantes y arteras invasiones. En ellas, el hombre blanco y norteamericano se enfrentaba con el valor de su ingenio a los malvados representantes que llegaban de más allá de las fronteras, los cuales se hallaban dispuestos a someter a sus crueles designios a una humanidad que parecía estar totalmente indefensa.
Esa edad dorada de la ciencia ficción, a pesar de la gran cantidad de producciones realizadas, no se caracterizó precisamente por tener una alta calidad. Efectos especiales espantosos, actores de madera terciada y guiones sin el más mínimo sentido, eran el abono común (y lo digo de manera literal) en ese tipo de producciones realizadas, la mayoría de las veces, con un presupuesto más que miserable.
Pero, por suerte, hubo algunas excepciones y aquellos que asistían a los cines como zombis descerebrados para ver cualquier porquería que se le ponía en las pantallas tuvieron la oportunidad de ver algunas pequeñas joyas, que incluso llegarían a perdurar hasta nuestros tiempos como un hermoso recuerdo de nuestra juventud (en mi caso, viéndolas por la televisión… que por entonces era en blanco y negro).
Considerada como una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine, El enigma de otro mundo tiene aun en la actualidad un poder narrativo que muy pocas producciones actuales pueden ufanarse de poseer.
Ello se debió a la impronta creativa del multifacético director de cine Howard Winchester Hawks (1896-1977) cuya labor cinematográfica puede verse reflejada en grandes films con temáticas tan disímiles como Scarface (1932), La Adorable Revoltosa (Bringing up Baby –1938-), Solo los Ángeles Tienen Alas (Only Angels Have Wings -1939), Ayuno de Amor (His Girl Friday -1940), Tener y no tener (To have and Have Not –1945-), Al Borde del Abismo (The Big Sleep -1946), Río Rojo (Red River –1948-), Río Bravo (1959), Hatari! (1962) y El Dorado (1966).
Entusiasmado por el cuento de ciencia ficción “Who goes there?” (“¿Quien está ahí?”), que John Wood Campbell (1910-1971) escribiera para la revista Astounding Stories en agosto de 1938 con el seudónimo de Don A. Stuart, Hawks presentó la idea a la RKO, transformándose en el productor, guionista y (aunque no se diga) en el director no acreditado, junto a Cristian Nyby.
Hawks pagó el precio de U$S 900 por los derechos de la obra con el fin de poder filmarla. Posteriormente llamó a Charlie Lederer y Ben Hecht, para que se encargaran de escribir un guión basado en dicho relato… el cual tenía poco y nada que ver con el mismo.
En el cuento de Campbell, el extraterrestre era una criatura multiforme que podía adoptar cualquier forma, incluso la de aquellos que lo habían descubierto, generando una suerte de paranoia entre los integrantes de la expedición polar al no saber quien era realmente el enemigo. En el guión cinematográfico, el invasor estaba bien definido. El mismo era una peligrosa entidad vegetal extraterrestre que necesita de la sangre humana para que sus esporas puedan reproducirse y formar nuevos embriones.
A pesar de las diferencias, la idea central de la historia estaba presente con toda su contundencia… lo diferente al estilo de vida americano era el enemigo que debía ser destruido a cualquier precio. A pesar de sus opiniones de derecha y las numerosas interpretaciones de los críticos con respecto a las connotaciones anticomunistas de este film, Hawks siempre negó que El Enigma… tuviera algún tipo mensaje político ya que el nunca se había mostrado muy interesado en la política.
La película tuvo un costo de algo más de un millón de dólares y la dirección corrió por cuenta de Christian Nyby (1913-1993), que había sido montajista de otras producciones de Hawks. Según cuentan varios testigos, entre ellos los actores, la poca experiencia de Nyby tras las cámaras hizo que la injerencia de Hawks en los sets de filmación (y tras las cámaras) fuera casi total.
El rodaje dio inicio en octubre de 1950 en el Glacier National Park (donde nunca llegó a nevar) y en un rancho perteneciente a la RKO, en donde fue utilizada sal para simular el paisaje ártico. También fueron construidas escenografías completas en una fábrica de hielo, para que el clima helado se viera reflejado incluso en el aliento de los protagonistas… ¡Los actores chochos mientras se cagaban de frio!
Los integrantes de una base que se halla asentada en un lugar del ártico detectan una extraña emisión electromagnética muy cerca de donde se encuentran. Una vez arribados a ese sitio, descubren la presencia de una nave extraterrestre enterrada en el hielo y, muy cerca de la misma, una extraña criatura congelada. Ante la destrucción accidental del platillo volador, los expedicionarios rescatan el cuerpo y lo llevan a su base para estudiarlo.
Su sorpresa será enorme cuando descubran que la criatura aun está viva y que sus intenciones no son precisamente las mejores. La lucha por la sobrevivencia de la especie humana ha comenzado.
Con las actuaciones de Kenneth Tobey y Margaret Sheridan en los papeles principales, la lucha de un grupo de científicos (que en su fuero íntimo desean preservar al extraterrestre) y militares (que, por supuesto, desean todo lo contrario) contra una salvaje entidad vegetal inteligente (interpretada por James Arness) tiene todos los ingredientes necesarios para convertir al film en un buen entretenimiento y una acertada historia: misterio, humor, terror, ciencia ficción y escenas de acción inolvidables, como la del incendio de la criatura con bidones de combustible, que aun hoy estremece debido a lo real de la situación narrada.
El film fue estrenado en abril de 1951, recaudando hacia fines de ese año la nada despreciable suma de U$S 1.950.000, superando otros clásicos como El Día que Paralizaron la Tierra (The Day the Earth Stood Still –Robert Wise) y Cuando Los Mundos Chocan (When Worlds Collide –Rudoph Maté).
A pesar de algunas críticas desfavorables (por supuesto me estoy refiriendo a los “endiosados” críticos cinematográficos) la película llegó a transformarse en una de las más alabadas por los fans. En 2001, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la consideró de alta significación cultural, lo que le permitiría ser preservada en el Registro Nacional de Cine.
Entre las muchas vertientes cinematográficas llevadas a cabo hacia fines de los 70 y toda la década de los 80, la ciencia ficción se volcó de lleno a revisitar los viejos films de la edad de oro. La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (Invasion of the Body Snatcher -1978) de Philip Kaufman, Invasores de Marte (Invaders from Mars -1986) de Tobe Hopper y La Mosca (The Fly- 1986) de David Cronenberg son los más clásicos e interesantes ejemplos de esta movida creativa.
Pero no fueron los únicos.
John Carpenter, uno de los mas importantes directores norteamericanos en lo que se refiere al cine fantástico y de terror, y su actor fetiche, el inquebrantable Kurt Russell, trabajaron juntos en la realización de una remake en 1982 de la película de Hawks, la cual sería conocida con el nombre The Thing (La Cosa).
Esta nueva versión se aproximó mas al cuento original escrito por Campbell, con una aterradora criatura multiforme que asimilaba las características de las personas a las que mataba. Un más que digno elogio para su predecesora de la década del 50.
Si bien la película no fue un éxito, ya que tanto esta como Blade Runner fueron opacadas por el estreno del supertierno E.T. (E.T. the Extra-terrestrial) de Steven Spielberg, el tiempo se encargó de transformarla en un innegable film de culto.
No tuvo la misma suerte la precuela de 2011, dirigida por el holandés Matthijs Van Heijningen Jr., en donde se narran los hechos acontecidos en la base noruega días antes de que iniciara la historia filmada por Carpenter.
Si bien los efectos especiales, a cargo de Alec Gillis y Tom Woodruff e Image Engine, estaban bien realizados, el poco carisma de los protagonistas (Mary Elizabeth Winstead y Joel Edgerton) y ciertas inconsistencias en el guión la transformaron en un producto poco potable para todos aquellos que aprendimos a amar a las versiones de 1951 y de 1982.
“Sigan mirando los cielos” les advierte el periodista Scotty a todos los aquellos que escuchan a través de la radio los detalles de los terribles hechos acontecidos en la base ártica.
Esas palabras van mucho más allá de una simple aventura de ciencia ficción. Esas palabras son una suerte de llamamiento arribado desde una época aquejada por terrores mucho más feroces que una fantástica invasión llegada de más allá de las estrellas. Una época de grandes y temidos cambios socio-culturales y políticos.
En este presente miramos con cariño esas doradas épocas rebosantes de creatividad, increíbles ideas y bajo presupuesto y, de manera inconsciente, miramos hacia esos mismos cielos, los cuales parecen esconder fantásticos e increíbles secretos, quizá mucho más terribles de lo que podríamos llegar a imaginarnos. Así que…
Sigamos mirando los cielos… ¡Sigamos mirando los cielos!
FICHA TÉCNICA
EL ENIGMA DE OTRO MUNDO (The Thing from Another World –Winchester Pictures Corporation y RKO Radio Pictures-1951)
Dirección: Christian Nyby y Howard Hawks (no acreditado)
Producción: Howard Hawks y Edward Lasker.
Guión: Charles Lederer, Howard Hawks y Ben Hech (basado en “Who Goes There? De John W. Campbell).
Música: Dimitri Tiomkin.
Fotografía: Russell Harlan.
Efectos Especiales: Donald Steward, Linwood G. Dunn y Harold E. Stine.
Protagonistas: Margaret Sheridan (Nikki), Kenneth Tobey (Capitán Patrick Hendry), Robert Cornwaite (Dr. Arthur Carrington), Douglas Spencer (Scotty), James Arness (La Cosa), James Young (Teniente Eddie Dykes), Dewey Martin, Robert Nichols, William Self, Eduard Franz, Sally Creighton, Robert Bray, Ted Cooper, Milton Kibbee, Ray McDonald y Edgard Murray.
Duración: 87 min.
Las imágenes que se encuentran a continuación son capturas de pantalla del DVD original. Espero que las disfruten.
La oscura paranoia anticomunista que imperó en los EE. UU durante la década del 50 se transformó en el ámbito ideal para que ciertos políticos (liderados por el nefasto senador Joseph McCarthy) trataran de imponer sus cerrados conceptos morales e intereses políticos sobre el común de la gente, en un intento por hacer prevalecer el sistema de vida americano por sobre todo lo demás.
Las consecuencias de tales manejos trajeron consigo una oscura época caracterizada por una injusta cacería de brujas que afectó de manera ostensible a todo tipo de manifestación artística, cultural y social. Medios escritos de información y diversión, como lo fueron ciertos diarios de ideas contrarias al gobierno e incluso los comics, se vieron de buenas a primeras vigilados de cerca por un grupo de severos censores que se encargaron de alterar las actividades habituales de dichas publicaciones.
En el terreno del cine y la televisión, numerosos artistas, guionistas y directores, pasaron a engrosar nefastas listas negras que les impedían trabajar en lo que más amaban, los cuales incluso llegaban a cambiar sus nombres o usar a otras personas para que los representaran.
Pero, como siempre suele suceder, no hay mal que por bien no venga.
Alimentados por toda esa locura, productores y directores se embarcaron en el sano negocio de seguir haciendo plata a pesar de las adversidades y crearon una serie de producciones cinematográficas en donde el comunismo (o una representación abstracta del mismo) sería el enemigo a vencer por el héroe de turno.
El género cinematográfico que mejor supo expresar con eufemismos (y veces de manera muy directa) esa paranoia fue el cine de ciencia ficción. Gracias a esas películas, los sucios y traidores comunistas se vieron transformados en malvados “marcianos”, fríos robots, monstruos gigantes y arteras invasiones. En ellas, el hombre blanco y norteamericano se enfrentaba con el valor de su ingenio a los malvados representantes que llegaban de más allá de las fronteras, los cuales se hallaban dispuestos a someter a sus crueles designios a una humanidad que parecía estar totalmente indefensa.
Esa edad dorada de la ciencia ficción, a pesar de la gran cantidad de producciones realizadas, no se caracterizó precisamente por tener una alta calidad. Efectos especiales espantosos, actores de madera terciada y guiones sin el más mínimo sentido, eran el abono común (y lo digo de manera literal) en ese tipo de producciones realizadas, la mayoría de las veces, con un presupuesto más que miserable.
Pero, por suerte, hubo algunas excepciones y aquellos que asistían a los cines como zombis descerebrados para ver cualquier porquería que se le ponía en las pantallas tuvieron la oportunidad de ver algunas pequeñas joyas, que incluso llegarían a perdurar hasta nuestros tiempos como un hermoso recuerdo de nuestra juventud (en mi caso, viéndolas por la televisión… que por entonces era en blanco y negro).
Considerada como una de las mejores películas de ciencia ficción de la historia del cine, El enigma de otro mundo tiene aun en la actualidad un poder narrativo que muy pocas producciones actuales pueden ufanarse de poseer.
Ello se debió a la impronta creativa del multifacético director de cine Howard Winchester Hawks (1896-1977) cuya labor cinematográfica puede verse reflejada en grandes films con temáticas tan disímiles como Scarface (1932), La Adorable Revoltosa (Bringing up Baby –1938-), Solo los Ángeles Tienen Alas (Only Angels Have Wings -1939), Ayuno de Amor (His Girl Friday -1940), Tener y no tener (To have and Have Not –1945-), Al Borde del Abismo (The Big Sleep -1946), Río Rojo (Red River –1948-), Río Bravo (1959), Hatari! (1962) y El Dorado (1966).
Entusiasmado por el cuento de ciencia ficción “Who goes there?” (“¿Quien está ahí?”), que John Wood Campbell (1910-1971) escribiera para la revista Astounding Stories en agosto de 1938 con el seudónimo de Don A. Stuart, Hawks presentó la idea a la RKO, transformándose en el productor, guionista y (aunque no se diga) en el director no acreditado, junto a Cristian Nyby.
Hawks pagó el precio de U$S 900 por los derechos de la obra con el fin de poder filmarla. Posteriormente llamó a Charlie Lederer y Ben Hecht, para que se encargaran de escribir un guión basado en dicho relato… el cual tenía poco y nada que ver con el mismo.
En el cuento de Campbell, el extraterrestre era una criatura multiforme que podía adoptar cualquier forma, incluso la de aquellos que lo habían descubierto, generando una suerte de paranoia entre los integrantes de la expedición polar al no saber quien era realmente el enemigo. En el guión cinematográfico, el invasor estaba bien definido. El mismo era una peligrosa entidad vegetal extraterrestre que necesita de la sangre humana para que sus esporas puedan reproducirse y formar nuevos embriones.
A pesar de las diferencias, la idea central de la historia estaba presente con toda su contundencia… lo diferente al estilo de vida americano era el enemigo que debía ser destruido a cualquier precio. A pesar de sus opiniones de derecha y las numerosas interpretaciones de los críticos con respecto a las connotaciones anticomunistas de este film, Hawks siempre negó que El Enigma… tuviera algún tipo mensaje político ya que el nunca se había mostrado muy interesado en la política.
La película tuvo un costo de algo más de un millón de dólares y la dirección corrió por cuenta de Christian Nyby (1913-1993), que había sido montajista de otras producciones de Hawks. Según cuentan varios testigos, entre ellos los actores, la poca experiencia de Nyby tras las cámaras hizo que la injerencia de Hawks en los sets de filmación (y tras las cámaras) fuera casi total.
El rodaje dio inicio en octubre de 1950 en el Glacier National Park (donde nunca llegó a nevar) y en un rancho perteneciente a la RKO, en donde fue utilizada sal para simular el paisaje ártico. También fueron construidas escenografías completas en una fábrica de hielo, para que el clima helado se viera reflejado incluso en el aliento de los protagonistas… ¡Los actores chochos mientras se cagaban de frio!
Los integrantes de una base que se halla asentada en un lugar del ártico detectan una extraña emisión electromagnética muy cerca de donde se encuentran. Una vez arribados a ese sitio, descubren la presencia de una nave extraterrestre enterrada en el hielo y, muy cerca de la misma, una extraña criatura congelada. Ante la destrucción accidental del platillo volador, los expedicionarios rescatan el cuerpo y lo llevan a su base para estudiarlo.
Su sorpresa será enorme cuando descubran que la criatura aun está viva y que sus intenciones no son precisamente las mejores. La lucha por la sobrevivencia de la especie humana ha comenzado.
El film fue estrenado en abril de 1951, recaudando hacia fines de ese año la nada despreciable suma de U$S 1.950.000, superando otros clásicos como El Día que Paralizaron la Tierra (The Day the Earth Stood Still –Robert Wise) y Cuando Los Mundos Chocan (When Worlds Collide –Rudoph Maté).
A pesar de algunas críticas desfavorables (por supuesto me estoy refiriendo a los “endiosados” críticos cinematográficos) la película llegó a transformarse en una de las más alabadas por los fans. En 2001, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos la consideró de alta significación cultural, lo que le permitiría ser preservada en el Registro Nacional de Cine.
Entre las muchas vertientes cinematográficas llevadas a cabo hacia fines de los 70 y toda la década de los 80, la ciencia ficción se volcó de lleno a revisitar los viejos films de la edad de oro. La Invasión de los Usurpadores de Cuerpos (Invasion of the Body Snatcher -1978) de Philip Kaufman, Invasores de Marte (Invaders from Mars -1986) de Tobe Hopper y La Mosca (The Fly- 1986) de David Cronenberg son los más clásicos e interesantes ejemplos de esta movida creativa.
Pero no fueron los únicos.
John Carpenter, uno de los mas importantes directores norteamericanos en lo que se refiere al cine fantástico y de terror, y su actor fetiche, el inquebrantable Kurt Russell, trabajaron juntos en la realización de una remake en 1982 de la película de Hawks, la cual sería conocida con el nombre The Thing (La Cosa).
Esta nueva versión se aproximó mas al cuento original escrito por Campbell, con una aterradora criatura multiforme que asimilaba las características de las personas a las que mataba. Un más que digno elogio para su predecesora de la década del 50.
Si bien la película no fue un éxito, ya que tanto esta como Blade Runner fueron opacadas por el estreno del supertierno E.T. (E.T. the Extra-terrestrial) de Steven Spielberg, el tiempo se encargó de transformarla en un innegable film de culto.
No tuvo la misma suerte la precuela de 2011, dirigida por el holandés Matthijs Van Heijningen Jr., en donde se narran los hechos acontecidos en la base noruega días antes de que iniciara la historia filmada por Carpenter.
Si bien los efectos especiales, a cargo de Alec Gillis y Tom Woodruff e Image Engine, estaban bien realizados, el poco carisma de los protagonistas (Mary Elizabeth Winstead y Joel Edgerton) y ciertas inconsistencias en el guión la transformaron en un producto poco potable para todos aquellos que aprendimos a amar a las versiones de 1951 y de 1982.
“Sigan mirando los cielos” les advierte el periodista Scotty a todos los aquellos que escuchan a través de la radio los detalles de los terribles hechos acontecidos en la base ártica.
Esas palabras van mucho más allá de una simple aventura de ciencia ficción. Esas palabras son una suerte de llamamiento arribado desde una época aquejada por terrores mucho más feroces que una fantástica invasión llegada de más allá de las estrellas. Una época de grandes y temidos cambios socio-culturales y políticos.
En este presente miramos con cariño esas doradas épocas rebosantes de creatividad, increíbles ideas y bajo presupuesto y, de manera inconsciente, miramos hacia esos mismos cielos, los cuales parecen esconder fantásticos e increíbles secretos, quizá mucho más terribles de lo que podríamos llegar a imaginarnos. Así que…
Sigamos mirando los cielos… ¡Sigamos mirando los cielos!
FICHA TÉCNICA
EL ENIGMA DE OTRO MUNDO (The Thing from Another World –Winchester Pictures Corporation y RKO Radio Pictures-1951)
Dirección: Christian Nyby y Howard Hawks (no acreditado)
Producción: Howard Hawks y Edward Lasker.
Guión: Charles Lederer, Howard Hawks y Ben Hech (basado en “Who Goes There? De John W. Campbell).
Música: Dimitri Tiomkin.
Fotografía: Russell Harlan.
Efectos Especiales: Donald Steward, Linwood G. Dunn y Harold E. Stine.
Protagonistas: Margaret Sheridan (Nikki), Kenneth Tobey (Capitán Patrick Hendry), Robert Cornwaite (Dr. Arthur Carrington), Douglas Spencer (Scotty), James Arness (La Cosa), James Young (Teniente Eddie Dykes), Dewey Martin, Robert Nichols, William Self, Eduard Franz, Sally Creighton, Robert Bray, Ted Cooper, Milton Kibbee, Ray McDonald y Edgard Murray.
Duración: 87 min.
-GALERÍA DE IMÁGENES-
Las imágenes que se encuentran a continuación son capturas de pantalla del DVD original. Espero que las disfruten.
Del blog "Un universo de ciencia ficción" he visto tu reseña. Muy interesante.
ResponderEliminarFelicidades por tu blog!
Carlex.