3) UN MISTERIO CON MUCHO OLOR A WHISKY
“El caso de este monstruo es digno de consideración, aunque solo sea por cuanto ofrecen un ejemplo sorprendente de alucinación colectiva. Durante siglos se han conocido leyendas en torno a esta vía fluvial. Quien posea el más ligero conocimiento de la naturaleza humana, no hallará dificultad en comprender como un animal, visto antes por contadísimas personas, al poco tiempo se ha mostrado a muchas más”
1871: D. McKenzie observa la presencia de una criatura que se desliza con rapidez sobre la superficie del lago Loch Ness, localizado en las altas tierras de Escocia.
1868: el diario Inverness Courier describe la presencia de un enorme pez que parece habitar dicho lago.
1880: un buzo llamado Mc Donald tropezó con una misteriosa criatura, cuando trataba de recuperar un bote hundido.
1885: Roderick Matheson describió algo de gran tamaño de cuello largo y una crin similar a la de un caballo.
1930: el Northern Chronicle publicó la noticia de que unos pescadores habían visto un gran animal que produjo remolinos en el agua.
1932: K. MacDonald (que no era dueño de una empresa de comidas rápidas) informó sobre el avistamiento de una criatura similar a un cocodrilo.
14 de abril de 1933: el señor y la señora McKay informan haber visto unas jorobas sobre la superficie del lago.
2 de mayo de 1933: George Spicer y su mujer, que regresaban de un viaje a Londres, observaron la presencia de un monstruo (tal fue el término usado por el diario local) que cruzó la carretera impulsándose con sus aletas y parecía llevar en su boca una presa de pequeño tamaño.
Con este último avistamiento se daría por iniciada de manera más o menos oficial la leyenda más famosa de las tierras escocesas: la del Monstruo del Lago Ness.
También conocido como Nessie por los amigos, se trataría de un críptido que, junto al Yeti y Pie Grande, se ha visto transformado en uno de los bichos más emblemáticos de la “ciencia” conocida como criptozoología.
La leyenda de esta criatura se remonta a las épocas precristianas, ya que muchos estudiosos del tema lo asocian con el mito escocés de los Kelpies, unos seres malignos con forma de caballo que arrastraban a sus incautas víctimas al agua para poder ahogarlas.
La referencia escrita más antigua sobre este misterioso críptido data del año 565 DC, cuando San Columba salvó a una persona que había sido atacada por un monstruo, conocido con el nombre gaélico de Niseag, que vivía en el río y el lago Ness.
A lo largo de los años los informes sobre avistamientos en el lago fueron sucediéndose, pasando a formar parte de la tradición oral de esas tierras. Pero, recién en la década del 30, la misteriosa criatura lacustre llegaría a alcanzar la fama mundial de la cual hace gala actualmente.
Luego del artículo aparecido en el periódico Inverness Courier en mayo de 1933 sobre el avistamiento realizado por el matrimonio Spicer, los diarios londinenses levantaron la noticia y de inmediato fueron enviados periodistas a Escocia a fin obtener alguna prueba que comprobara la existencia del ahora popular Nessie, llegando a ofrecer incluso la suma de 20.000 libras esterlinas a quien pudiera capturarlo.
En abril del año siguiente, Kenneth Wilson, un cirujano afecto a la fotografía que se hallaba de vacaciones por las tierras escocesas, tomó unas instantáneas en donde podían verse a una criatura de cuello largo que se deslizaba a través del agua. Según lo contado por el médico, las mismas fueron tomadas desde una pendiente que se hallaba a unos sesenta metros por encima del lago. Como es de suponer, las sensacionales fotografías no tardaron en hacer su aparición en el Daily News de Londres y luego en todos los pasquines a lo largo de todo el mundo.
Lamentablemente, en 1994, un tal Marmaduke Wetherel se encargó de desacreditar este material que parecía tan concluyente, cuando afirmó haber participado en la falsificación de dichas fotografías cuando trabajaba para el periódico Daily Mail y que el nombre de Wilson había sido utilizado para darle más credibilidad al asunto.
Pero, en el momento en que estas fotografías fueron publicadas, se produjo un gran revuelo entre la opinión pública y esto llevaría al inicio de una vigilancia continua en el lago, una laboriosa tarea que sería financiada por un famoso magnate de los seguros conocido como Sir Edward Mountain. Según se cuenta, durante ese año fueron realizadas 17 observaciones confirmadas...
¡Y bueno che, el que tiene plata compra lo que quiere, aunque huela a pescado podrido!
Durante ese mismo año se hizo conocido, para un reducido y selecto auditorio, una película en la que podía verse con todo detalle a nuestro querido Nessie. Desgraciadamente, esa cinta se perdió antes de que pudiera ser estudiada su autenticidad (¡Que in... conveniente!).
Las noticias sobre los avistamientos de Nessie desaparecieron totalmente de los titulares durante la segunda guerra mundial hasta que en 1957 la revista Harper´s Magazine recogió las declaraciones de un tal David Slorach, que 3 años atrás lo había vuelto a ver mientras conducía por una carretera costera.
De forma inmediata la cadena BBC (que de rating se la sabe lunga) envió un equipo de televisión a la zona, el cual se hallaba provisto de lo más moderno en aparatos de detección sónica. Según se cuenta, el susodicho animal fue detectado por estos antecesores de José De Zer a unos 3 metros por debajo de la superficie, para luego desaparecer.
Pero la bomba sobre el tema no estallaría hasta 1960, cuando por fin Nessie se digno a dar su borrosa imagen ante las cámaras.
El ingeniero aeronáutico Tim Dinsdale tuvo la fortuna de filmar al monstruo del lago Ness con una cámara de 18 mm. En la misma podía verse una criatura, de aproximadamente 18 metros de largo y cuyo lomo emergía 1 metro por encima del agua, que parecía moverse en zig-zag a unos 17 km/h. La Royal Air Force hizo un examen minucioso del film, llegando a la conclusión de que no se trataba de ningún truco y que resultaba evidente que había algo en el lago.
En 1970, el doctor Robert Rines (entre cuyos créditos figura el haber encontrado el Titanic) y la National Geographic Society organizaron una expedición con el fin de recabar pruebas definitivas sobre la existencia de Nessie. El resultado final: dinero y tiempo mucho... monstruo nada.
A pesar de los resonantes fracasos, los infatigables creyentes y los valientes criptozoólogos no perdieron las esperanzas y miles de largavistas, cámaras y otros aparatos de última tecnología continuaron apuntando hacia las misteriosas aguas a la búsqueda de alguna señal que hiciera callar a los detractores de siempre.
Dos años más tarde un grupo investigador, encabezado por un abogado estadounidense llamado Robert H. Rine, obtuvo una serie de fotografías subacuaticas, con una cámara a la que se le había adosado una luz de alta potencia, en donde se podía ver con poca claridad una aleta de forma romboidal. Sobre esta base bastante poco sólida, el naturalista ingles Sir Peter Scott le otorgó un nombre científico a Nessie... Nessiteras rhombopteryx.
A pesar de todo esto, este material fue descartado tanto por los creyentes como los detractores ya que resulta demasiado evidente la manipulación que se hizo sobre las mismas, con el fin de ofrecer la imagen deseada. Cuando fueron observadas las fotos originales los especialistas llegaron a la conclusión de que correspondía al fondo del lago.
Quien más ha defendido la existencia de Nessie fue sin duda alguna Frank Searle. Este auténtico fan del tema viene observando desde 1965 el lago Ness e incluso cita que lo vio en 18 oportunidades, llegando incluso a fotografiarlo en numerosas oportunidades.
A pesar de las numerosas recompensas que han sido ofrecidas por su captura, que iban desde afamados zoológicos y museos hasta una destilería de whisky (¡Hic!) e incluso llegando a transformarse en un tema de debate en la Cámara de los Comunes en 1933 (¡!), la elusiva bestia lacustre a sabido permanecer estratégicamente apartada de la insaciable curiosidad humana.
El último avistamiento registrado de manera oficial data de junio de 1998, en donde varios testigos pudieron observar a una gran criatura de cola larga que permanecía semisumergida sobre la superficie del lago. Posteriormente, terminaría desapareciendo de las estadísticas oficiales y no tanto.
Se han postulado varias teorías que han tratado de explicar este inexplicable fenómeno. La más amada por los estudiosos del tema es la que trata sobre la existencia de un plesiosaurio, reptil prehistórico acuático extinguido a finales de la era Mezozoica, en las aguas del lago. Otras teorías nos hablan de un enorme esturión, burbujas causadas por actividad volcánica, tiburones de agua dulce e incluso la de unos supuestos elefantes escapados de un circo durante la década del 30…
Se ve que el whisky pega fuerte por esas regiones.
El caso sobre la existencia o no del monstruo del lago Ness, por lo general alimentado por los habitantes del lugar con el fin de atraer a crédulos turistas, continúa aun envuelto en el más hermético misterio. A pesar de las nuevas tecnologías que han hecho su aparición en estos últimos años en lo que respecta a comunicaciones e imágenes, esta criatura permanece tenazmente sumido en el anonimato.
¿Miedo a las cámaras? ¿Farsa mediática? Nadie lo sabe, pues al imaginario popular todavía le gusta aferrarse a la idea de que ese querible monstruito siga viviendo lo más campante en las oscuras y profundas aguas de su lago materno.
Pero no se pongan tristes queridos lectores pues, Como si todo lo contado fuera poco, Nessie no se encuentra solo en este cruel mundo moderno y son muchos los parientes lacustres que han sido vistos en otras tierras lejanas... incluso en nuestra sufrida República Argentina.
“El caso de este monstruo es digno de consideración, aunque solo sea por cuanto ofrecen un ejemplo sorprendente de alucinación colectiva. Durante siglos se han conocido leyendas en torno a esta vía fluvial. Quien posea el más ligero conocimiento de la naturaleza humana, no hallará dificultad en comprender como un animal, visto antes por contadísimas personas, al poco tiempo se ha mostrado a muchas más”
E. G. Boulenger
Director del Acuario de Londres –1933-
1871: D. McKenzie observa la presencia de una criatura que se desliza con rapidez sobre la superficie del lago Loch Ness, localizado en las altas tierras de Escocia.
1868: el diario Inverness Courier describe la presencia de un enorme pez que parece habitar dicho lago.
1880: un buzo llamado Mc Donald tropezó con una misteriosa criatura, cuando trataba de recuperar un bote hundido.
1885: Roderick Matheson describió algo de gran tamaño de cuello largo y una crin similar a la de un caballo.
1930: el Northern Chronicle publicó la noticia de que unos pescadores habían visto un gran animal que produjo remolinos en el agua.
-MAPA DEL LAGO NESS- |
1932: K. MacDonald (que no era dueño de una empresa de comidas rápidas) informó sobre el avistamiento de una criatura similar a un cocodrilo.
14 de abril de 1933: el señor y la señora McKay informan haber visto unas jorobas sobre la superficie del lago.
2 de mayo de 1933: George Spicer y su mujer, que regresaban de un viaje a Londres, observaron la presencia de un monstruo (tal fue el término usado por el diario local) que cruzó la carretera impulsándose con sus aletas y parecía llevar en su boca una presa de pequeño tamaño.
Con este último avistamiento se daría por iniciada de manera más o menos oficial la leyenda más famosa de las tierras escocesas: la del Monstruo del Lago Ness.
También conocido como Nessie por los amigos, se trataría de un críptido que, junto al Yeti y Pie Grande, se ha visto transformado en uno de los bichos más emblemáticos de la “ciencia” conocida como criptozoología.
-KELPIE- |
La leyenda de esta criatura se remonta a las épocas precristianas, ya que muchos estudiosos del tema lo asocian con el mito escocés de los Kelpies, unos seres malignos con forma de caballo que arrastraban a sus incautas víctimas al agua para poder ahogarlas.
La referencia escrita más antigua sobre este misterioso críptido data del año 565 DC, cuando San Columba salvó a una persona que había sido atacada por un monstruo, conocido con el nombre gaélico de Niseag, que vivía en el río y el lago Ness.
A lo largo de los años los informes sobre avistamientos en el lago fueron sucediéndose, pasando a formar parte de la tradición oral de esas tierras. Pero, recién en la década del 30, la misteriosa criatura lacustre llegaría a alcanzar la fama mundial de la cual hace gala actualmente.
Luego del artículo aparecido en el periódico Inverness Courier en mayo de 1933 sobre el avistamiento realizado por el matrimonio Spicer, los diarios londinenses levantaron la noticia y de inmediato fueron enviados periodistas a Escocia a fin obtener alguna prueba que comprobara la existencia del ahora popular Nessie, llegando a ofrecer incluso la suma de 20.000 libras esterlinas a quien pudiera capturarlo.
-ANATOMÍA DE UNA MENTIRA- |
Pero, en el momento en que estas fotografías fueron publicadas, se produjo un gran revuelo entre la opinión pública y esto llevaría al inicio de una vigilancia continua en el lago, una laboriosa tarea que sería financiada por un famoso magnate de los seguros conocido como Sir Edward Mountain. Según se cuenta, durante ese año fueron realizadas 17 observaciones confirmadas...
¡Y bueno che, el que tiene plata compra lo que quiere, aunque huela a pescado podrido!
Durante ese mismo año se hizo conocido, para un reducido y selecto auditorio, una película en la que podía verse con todo detalle a nuestro querido Nessie. Desgraciadamente, esa cinta se perdió antes de que pudiera ser estudiada su autenticidad (¡Que in... conveniente!).
Las noticias sobre los avistamientos de Nessie desaparecieron totalmente de los titulares durante la segunda guerra mundial hasta que en 1957 la revista Harper´s Magazine recogió las declaraciones de un tal David Slorach, que 3 años atrás lo había vuelto a ver mientras conducía por una carretera costera.
De forma inmediata la cadena BBC (que de rating se la sabe lunga) envió un equipo de televisión a la zona, el cual se hallaba provisto de lo más moderno en aparatos de detección sónica. Según se cuenta, el susodicho animal fue detectado por estos antecesores de José De Zer a unos 3 metros por debajo de la superficie, para luego desaparecer.
Pero la bomba sobre el tema no estallaría hasta 1960, cuando por fin Nessie se digno a dar su borrosa imagen ante las cámaras.
El ingeniero aeronáutico Tim Dinsdale tuvo la fortuna de filmar al monstruo del lago Ness con una cámara de 18 mm. En la misma podía verse una criatura, de aproximadamente 18 metros de largo y cuyo lomo emergía 1 metro por encima del agua, que parecía moverse en zig-zag a unos 17 km/h. La Royal Air Force hizo un examen minucioso del film, llegando a la conclusión de que no se trataba de ningún truco y que resultaba evidente que había algo en el lago.
En 1970, el doctor Robert Rines (entre cuyos créditos figura el haber encontrado el Titanic) y la National Geographic Society organizaron una expedición con el fin de recabar pruebas definitivas sobre la existencia de Nessie. El resultado final: dinero y tiempo mucho... monstruo nada.
A pesar de los resonantes fracasos, los infatigables creyentes y los valientes criptozoólogos no perdieron las esperanzas y miles de largavistas, cámaras y otros aparatos de última tecnología continuaron apuntando hacia las misteriosas aguas a la búsqueda de alguna señal que hiciera callar a los detractores de siempre.
Dos años más tarde un grupo investigador, encabezado por un abogado estadounidense llamado Robert H. Rine, obtuvo una serie de fotografías subacuaticas, con una cámara a la que se le había adosado una luz de alta potencia, en donde se podía ver con poca claridad una aleta de forma romboidal. Sobre esta base bastante poco sólida, el naturalista ingles Sir Peter Scott le otorgó un nombre científico a Nessie... Nessiteras rhombopteryx.
A pesar de todo esto, este material fue descartado tanto por los creyentes como los detractores ya que resulta demasiado evidente la manipulación que se hizo sobre las mismas, con el fin de ofrecer la imagen deseada. Cuando fueron observadas las fotos originales los especialistas llegaron a la conclusión de que correspondía al fondo del lago.
Quien más ha defendido la existencia de Nessie fue sin duda alguna Frank Searle. Este auténtico fan del tema viene observando desde 1965 el lago Ness e incluso cita que lo vio en 18 oportunidades, llegando incluso a fotografiarlo en numerosas oportunidades.
A pesar de las numerosas recompensas que han sido ofrecidas por su captura, que iban desde afamados zoológicos y museos hasta una destilería de whisky (¡Hic!) e incluso llegando a transformarse en un tema de debate en la Cámara de los Comunes en 1933 (¡!), la elusiva bestia lacustre a sabido permanecer estratégicamente apartada de la insaciable curiosidad humana.
El último avistamiento registrado de manera oficial data de junio de 1998, en donde varios testigos pudieron observar a una gran criatura de cola larga que permanecía semisumergida sobre la superficie del lago. Posteriormente, terminaría desapareciendo de las estadísticas oficiales y no tanto.
Se han postulado varias teorías que han tratado de explicar este inexplicable fenómeno. La más amada por los estudiosos del tema es la que trata sobre la existencia de un plesiosaurio, reptil prehistórico acuático extinguido a finales de la era Mezozoica, en las aguas del lago. Otras teorías nos hablan de un enorme esturión, burbujas causadas por actividad volcánica, tiburones de agua dulce e incluso la de unos supuestos elefantes escapados de un circo durante la década del 30…
-PLESIOSAURIO- |
Se ve que el whisky pega fuerte por esas regiones.
El caso sobre la existencia o no del monstruo del lago Ness, por lo general alimentado por los habitantes del lugar con el fin de atraer a crédulos turistas, continúa aun envuelto en el más hermético misterio. A pesar de las nuevas tecnologías que han hecho su aparición en estos últimos años en lo que respecta a comunicaciones e imágenes, esta criatura permanece tenazmente sumido en el anonimato.
¿Miedo a las cámaras? ¿Farsa mediática? Nadie lo sabe, pues al imaginario popular todavía le gusta aferrarse a la idea de que ese querible monstruito siga viviendo lo más campante en las oscuras y profundas aguas de su lago materno.
Pero no se pongan tristes queridos lectores pues, Como si todo lo contado fuera poco, Nessie no se encuentra solo en este cruel mundo moderno y son muchos los parientes lacustres que han sido vistos en otras tierras lejanas... incluso en nuestra sufrida República Argentina.
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