Dicen que perder el conocimiento es olvido, como un sueño oscuro en donde el tiempo no tiene cabida y donde tan solo prima la paz. Lamentablemente, en mi caso, ese periodo perdido estuvo muy lejos de esas sensaciones casi bienhechoras, pues esa oscuridad era aterradora...
Y sabía muy bien que no me encontraba solo.
Malévolas presencias invisibles parecían estar analizando cada uno de mis pensamientos, como si estos fueran una puerta abierta hacia mi alma. Podía sentir sus inhumanas miradas posadas sobre, evidenciando una feroz curiosidad por mi presencia en ese sitio, en ese lugar tan eternamente oscuro.
Quería huir de allí más no podía, como si una poder incomprensible atenazara con firmeza mis intentos por escapar de esa suerte de pesadilla en la que me hallaba inmerso. Hacia mí, y desde todos lados, llegó el sonido de voces apagadas entonando un cántico que me resultó totalmente incomprensible...
Ia Ia Thoy kansara Meight kansara Thoy Mhalyoght… Ia Ia Thoy kansara Meight kansara Thoy Mhalyoght… Ia Ia Thoy kansara Meight kansara Thoy Mhalyoght…
Cuando miss ojos se abrieron me encontré aun sentado en mi asiento, firmemente sujeto por el cinturón de seguridad. Por unos instantes me sentí terriblemente confuso, como si la realidad de la cabina de la Juan Salvo no fuera tal y todavía estuviera inmerso en la oscura pesadilla que había tenido luego de perder el conocimiento.
Cuando por fin pude despejar mi estado de confusión y echar una mirada a mí alrededor, pude comprobar que el resto de la tripulación ya se encontraba ocupada frente a sus respectivas pantallas de comando, verificando las consecuencias del imprevisto incidente del cual habíamos sido víctimas.
La extraña pesadilla que había tenido se me antojó irrealmente lejana.
En silencio, tratando de pasar desapercibido, me levanté del asiento y me acerqué a Arthus, que en esos momentos se hallaba verificando el funcionamiento del reloj atómico.
-¿Ya te despertaste, vago?- Preguntó mi amigo, cuando reparó en mi presencia- Tratá de no molestar porque acá hay gente que está trabajando.
-¿Me podés decir que fue lo que nos pasó?- Le pregunté, ignorando sus burlas. Estaba por demás seguro que, durante mi desmayo, había estado bastante preocupado por mi bienestar.
El rostro con el que Arthus me miró hizo que un inexplicable escalofrío recorriera por todo mi cuerpo. El mismo evidenciaba una intensa preocupación y era realmente muy alarmante ver ese estado de ánimo en mi amigo.
-Todo fue muy extraño. Después que perdiste el conocimiento, se hizo escuchar un sonido terrible y unas luces de colores nos envolvieron. Eran tan poderosas que por un momento pensé que me había quedado ciego. Después nada... solo sé que estamos a principios o mediados del siglo 20. Hasta el momento, la computadora no arrojó ningún otro dato más...- Levantó su mano en el aire, como si estuviera desechando alguna idea que en esos momentos revoloteaba por su mente- Ahora andate de acá que todavía tengo que calibrar el sistema de paralaje y tus preguntas no me ayudan en lo absoluto.
Al ser echado tan gentilmente por mi amigo, me acerqué a la capitana que en esos momentos se encontraba frente a la ventana lateral de la esfera. Tras el grueso polimetal transparente únicamente podía observarse una niebla espesa y viscosa. No pude dejar de observar el gesto de inquietud que se reflejaba en su bello rostro, el mismo que adivinara en el de Arthus.
No parecía en lo absoluto la fría y eficiente capitana de una nave espacio-temporal. Ante mi se hallaba tan solo una hermosa y desamparada mujer, temerosa de lo que pudiera encontrarse al otro lado de la ventana. Ese aterrador detalle me hizo desear consolarla con todo el cariño que mi corazón podía llegar a darle.
-“¡Olvidala! –Pensé de manera casi inmediata- Su esposo la espera en nuestro presente. Te va a dar bola el día que el equipo de mis amores vuelva a acordarse de cómo era eso de jugar a la pelota”
-¿Qué es esa niebla?- Pregunté, intentando iniciar una conversación- No recuerdo haberla visto en alguno de mis viajes anteriores.
-Tuvimos que hacer algunas maniobras de emergencia para no quedar atrapados en el continuo. Debido a la brusquedad de las mismas, todavía no reingresamos del todo a la dimensión normal- Contestó sin dejar de mirar los jirones neblinosos- Creo que muy pronto vamos a poder ver algo.
-¿Sabe donde estamos?- Intervino negligentemente Arthus, con el único ánimo de romper la tensión reinante- ¿Qué época?
-¡No lo sé, carajo!- Respondió con rudeza la fiera capitana. Su dura mirada se suavizó de manera casi instantánea- Perdóneme el exabrupto doctor... pero esta expedición es muy importante para mí. Este comando es de gran ayuda para mis posibilidades de ascenso en el ejército... y eso para una mujer, aun en este “moderno” siglo 21, es fundamental.
-Está disculpada capitana... en el fondo todos estamos un poco preocupados. Las circunstancia son ciertamente inquietantes- Respondió Arthus, restando importancia tanto a las duras palabras como a las disculpas.
Eso se debía a que mi amigo era un machista empedernido y resultaba evidente que le molestaba mucho que una mujer fuera quien comandara la expedición. Me reí interiormente mientras pensaba que, a pesar del nivel tecnológico y social alcanzado, el ser humano todavía tenía que arreglar mucho de su forma de ser.
-Aun así creo que la pregunta de mi amigo no es del todo desacertada- Interrumpí- ¿Dónde “carajo” estamos?
La capitana se permitió un gesto de humor ante mi estúpido chiste y lanzó un suspiro resignado. El resto de la tripulación, aunque atareada, prestó atención a lo que esta respondía:-
-El último desvío y la abrupta reentrada al espacio normal averiaron el funcionamiento del reloj atómico. Como saben, este mal llamado reloj convierte las coordenadas espacio temporales a un sistema de medidas compatible para nuestro entendimiento, marcándonos los intervalos de tiempo tanto de la nave como del lugar a donde vamos en nuestros viajes. También se encarga de reencauzar la energía cronal a su punto de inicio, o sea nuestro presente. Si este aparato falla, es como estar en alta mar sin brújula y con el cielo tormentoso. Pero esa no es la mayor dificultad con la que nos enfrentamos, ya que los sistemas automáticos se pueden hacerse cargo de las reparaciones. El problema es realmente otro... Andersen puede explicarlo mejor que yo.
Helmutt Andersen adoptó la típica pose pedante que lo caracterizaba y, señalando hacia fuera, dijo:-
-Tal como la capitana Molina se los señalara, el problema no radica en los sistemas mecánicos de la esfera temporal, ya que los nanobiots se pueden encargar de realizar las reparaciones a una velocidad muy superior a las de un técnico humano. Basta hacer alguno que otro ajuste, que el teniente Rotera podría encargarse con facilidad, para que en pocas horas podamos volver sanos y salvos a la base. Lo que más me preocupa de todo este asunto es el incidente en si- Calló un momento, como si estuviera sopesando algunas teorías, y continuó con su retórica- Antes de producirse el primer desvío, los sensores externos de la nave captaron una serie de anomalías quánticas entre los rincones temporales 0.025.1 y 0.026.7 del sector 320 que hizo polarizar el casco, al generar una carga negat...
-Discúlpeme doctor Andersen... –Interrumpió el lingüista. En su rostro se pintaba un imperceptible gesto de burla- mi fuerte no es precisamente la física temporal y quizá, a excepción del doctor Cedis, dudo que alguno de los presentes pueda entender toda esa cháchara técnica de la que usted es un verdadero experto- Miró al resto de nosotros, aceptando como un si nuestro silencio- Me gustaría mucho que me aclarara un poco ese asunto de los rincones.
Andersen lo miró con cierto fastidio, pero finalmente accedió a darnos una pequeña explicación de lo que estaba tratando de decirnos:-
-Para hacerlo más gráfico y comprensible, el tiempo es como una serie de cuartos colocados uno al lado de otro. Según el postulado de Travis, esos cuartos, que científicamente se llaman sectores espacio temporales, se hallan comunicados entre si por una serie de vínculos, los cuales podríamos considerar como las puertas de esos supuestos cuartos. Esos accesos son usados por nuestras esferas temporales para poder viajar a otras épocas del pasado.
-“Será un pedante, pero explica muy bien un tema que aun hoy me cuesta bastante dominar”- Pensé, agradeciendo la oportuna intervención de Dakaris.
-Como se imaginarán esos “cuartos” no son precisamente como los conocemos, con paredes, techo y piso. Los mismos se hallan conformados por una serie de ángulos y desviaciones quánticas, que el mismísimo Travis dedujo allá por el 2025. La labor de nuestro “Reloj Atómico” es calcular a gran velocidad todos estos ángulos, permitiendo que la nave siga una determinada ruta en el continuo y pueda encontrar la puerta al siguiente sector dimensional...
-¿Y que significan esas alteraciones de los rincones que usted mencionó?- Pregunté intrigado.
-Ese es el auténtico motivo de mis preocupaciones. Los ángulos y rincones quánticos tienden a permanecer estables y predecibles. Una anomalía de ese tipo y grado es casi imposible. Se necesitaría la fuerza de una nuclear para poder hacerlo y no sé...
-No creo que sea para hacerse tanto problema- Comentó un optimista Rotera- Tan solo es cuestión de esperar a que se realicen las reparaciones y salir de aquí lo antes posible hacia nuestra época.
-Si me dejan de interrumpir, les voy a poder terminar de explicar cual es el motivo de mis preocupaciones... y los de la capitana- Dijo Andersen con aspereza- Al ingresar en el tiempo normal, pude comprobar los últimos registros del incidente, antes que los sensores quedaran ciegos, y el origen de las ondas de choque de energía anómala llamaron mucho mi atención. Hace unos minutos pude volver a comprobarlos y, extrapolando los valores, descubrí que la fuente de poder que originó esas anomalías se halla en este sector de tiempo al que hemos arribado.
-¿El poder de una o varias nucleares a mediados del siglo 20? ¡En ese tiempo apenas si estaba dando inicio la era atómica!- Preguntó sorprendido Arthus- ¿Acaso ustedes sospechan de un atentado tempoterrorista?
-“¡Tempoterroristas!”- La palabra resonó ominosamente en mi cabeza, cuando recordé al grupo extremista que había amenazado más de una vez a los viajes temporales.
A mediados del siglo 21, cuando comenzaron las primeras expediciones, había surgido un grupo de fanáticos religiosos pertenecientes a una organización conocida como el Círculo del Gran Advenimiento. Dichas personas habían intentado boicotear en varias oportunidades los intentos de la humanidad por conocer el pasado. En sus encendidas arengas, clamaban en contra de esa nueva tecnología pues, según sus creencias, no se debía molestar a las oscuras potencias que acechaban en los rincones del tiempo.
Toda esa pretendida religión, llena de explicaciones “cuasi-científicas” sobre lo que había más allá de la realidad del hombre, no habría pasado de ser los delirios de un grupo de lunáticos si no fuera por los atentados que fueron llevados a cabo contra la empresa Eastertime, en Quebec, y la sede del consorcio Kronos en Megabaires, con el saldo luctuoso de 10 empleados muertos en la explosión.
Debido a esos terribles sucesos, las autoridades gubernamentales habían extremado de inmediato las medidas de seguridad en torno a los centros de investigación temporal. A su vez se dio inicio a una vasta acción punitiva en contra de esas actividades terroristas, pues el viaje en el tiempo se había transformado en un negocio lucrativo y nada debía impedir que la cosa siguiera siendo de esa forma.
Ya fuera por la exitosa represión que fue llevada a cabo o por el simple desinterés por parte de aquellos que habían abrazado tan extraña fe, en los años que siguieron los ánimos de los terroristas parecían haberse enfriado y por lo tanto los buenos negocios continuaron creciendo en paz.
Hasta este momento.
-¿Está seguro de lo que está diciendo Andersen?- Preguntó Arthus, mientras observaba su pad de datos- ¿Corroboró los sistemas de paralaje no euclidiano?
-Si quiere comprobarlo usted mismo puede ir a mi terminal... –Fue la agria respuesta del relativista. Debido a que sus campos de estudio tendían a entrecruzarse, la pedantería del físico le impedía aceptar que otro colega le rebatiera lo que él afirmaba- el margen de error no puede ser mayor a 0.01 por 10-6 nanocrones...
-Ya vamos a tener tiempo para las explicaciones técnicas del fenómeno- Interrumpió con brusquedad la capitana, evidenciando que no se encontraba de humor para escuchar charlas que consideraba vanas... aunque estas vinieran de dos especialistas tan acreditados- Lo que realmente nos debe interesar es que la emisión que produjo el accidente no pertenece a ningún tipo de energía que sea conocida en este sector temporal.
-Lo único que sabemos hasta ahora es que está allá afuera, pulsando como un faro para los sensores remotos que todavía están funcionando- Agregó Andersen.
El rostro de Molina se endureció, cuando dijo:-
-Es imperativo averiguar que lo está produciendo y, de ser peligroso, destruirlo para que no vuelva a afectar a ninguna otra nave cronal...
-¿Tenemos que salir?- Preguntó Arthus, al tiempo que dirigía una inquieta mirada hacia el exterior- Todavía no estamos seguros en que momento del siglo 20 nos hallamos y las directivas vigentes son muy claras... ¡Está prohibido salir!
-Capitana... no podemos olvidarnos de la paradoja de Bradbury- Agregó Andersen, evidenciando una inquietud muy poco común en él- Las consecuencias podrían ser catastróficas para nuestro presente.
-Según la ley militar N° 22 inciso 4, el personal militar presente en una expedición cronal está capacitado para realizar misiones extraordinarias en los sectores prohibidos, en caso que nuestro presente pueda encontrarse en peligro- Su escultural cuerpo se puso firme y pareció mas alta de lo que era realmente, evidenciando de esa forma su incuestionable capacidad de mando- El teniente Rotera y yo formamos parte de la milicia y el resto de ustedes tiene instrucción militar... ¡Así que no hay discusiones técnicas que valgan! Debemos investigar la fuente de emisión...
-Y tratar de volver sanos y salvos- Agregué en tono lúgubre. Dirigí nuevamente mi atención hacia la ventana- Capitana... la niebla está desapareciendo.
CONTINUA...
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